Néstor Basterretxea

(Bermeo, Vizcaya, 1924 ─ Fuenterrabía, Guipúzcoa, 2014)

Obras del autor
XX-XXI Español

Originario de Bermeo, Néstor Basterretxea cuenta doce años cuando estalla la Guerra Civil, que obliga a la familia a emigrar. Cinco años en Francia le permitirán entrar en contacto con el arte y comenzar a pintar; conoce las obras maestras del Louvre y, en el Pabellón Español de la Exposición Internacional de 1937, puede contemplar el Guernica de Pablo Picasso (1881-1973) y la Fuente de Mercurio de Alexander Calder (1898-1976). La Segunda Guerra Mundial forzará a la familia a un nuevo desplazamiento, esta vez hacia América Latina, estableciéndose en Argentina tras un largo viaje.

Allí nace su carrera como artista, que compagina con el trabajo de dibujante en una firma publicitaria. En 1949 gana el premio para extranjeros del Salón Nacional de Buenos Aires y en 1950 presenta su primera exposición individual. Su estilo es inicialmente expresionista, de tonalidades oscuras y muy influido por José Gutiérrez Solana (1886-1945). Más tarde experimentará con gran intensidad el influjo del muralismo mexicano.

En 1952 regresa a España. Su amigo Jorge Oteiza (1908-2003), al que había conocido en Argentina, le habla del proyecto de Aránzazu. Le asignan el programa para la cripta sobre el pecado, la expiación, el perdón y la gloria, a desarrollar en más de seiscientos cincuenta metros cuadrados. Si bien la obra se detiene antes de empezar a pintar (y no podrá finalizarse hasta 1984), este encargo le permite vivir más de un año en convivencia con otros artistas en el entorno del santuario.

En los siguientes años se va acercando progresivamente al
: el espacio irá cobrando protagonismo en sus creaciones. Comienza a realizar relieves, fundamentalmente en metal, y, más tarde, esculturas exentas. Impulsado por un anhelo de compromiso social, durante esta época se centrará en lograr un estilo que aúne austeridad, solidez y geometría y se interesará por la relación entre arte y urbanismo.

A finales de los cincuenta trabaja como diseñador de muebles, convirtiéndose en pionero en el diseño industrial vasco moderno. En su búsqueda de un arte integral, se sentirá también atraído por la fotografía y el cine. Dentro de esta última disciplina, sobresale la codirección de Ama Lur (Madre Tierra) (1968), documental sobre la identidad vasca que tendrá gran éxito y trascendencia.

En su trayectoria resalta el esfuerzo por participar en proyectos colectivos de renovación de las artes, con un paso fugaz por el
y una contribución de mayor calado en el
, que se presenta en 1966 en la Galería Barandiaran, a la que siempre estará vinculada la agrupación.

La conciencia de sus raíces étnicas se convierte en temática central de su trabajo, trasladando al lenguaje constructivista las preocupaciones identitarias del mundo vasco. En este sentido, destaca la ejecución de la Serie cosmogónica vasca (de la que forma parte la pieza de la Colección BBVA), que el propio artista considera el culmen de su carrera: un conjunto de dieciocho númenes de la mitología vasca ejecutados entre 1972 y 1977.

El Museo Español de Arte Contemporáneo de Madrid (1987) y el Museo de Bellas Artes de Bilbao (2008) le han dedicado dos grandes retrospectivas, que dan cuenta de la riqueza de su producción. En 2006 publica una primera entrega de sus memorias, Crónica errante y una miscelánea, que por desgracia quedarán incompletas.