Eduardo Chillida Juantegui

(San Sebastián, 1924 – 2002)

Obras del autor

 XX Español

Eduardo Chillida nace en San Sebastián el 10 de enero de 1924. Crece en una familia con gran sensibilidad artística, hecho que marca su interés por la pintura y la escultura. Antes de dedicarse a la creación adquiere reputación como portero de fútbol, llegando a ser titular de la Real Sociedad. Sin embargo, una lesión de rodilla le obliga a retirarse muy joven. Inicia su formación académica en el campo de la arquitectura, estudios que abandona en 1947 para desarrollar su carrera como artista. Un año más tarde se traslada a París, donde entra en contacto con figuras fundamentales de la vanguardia europea y de la abstracción española, entre las que destaca Pablo Palazuelo (1915-2007), junto al que expone en el parisino Salón de Mayo de 1949. Durante este periodo visita con frecuencia el Museo del Louvre, quedando fascinado por la escultura griega arcaica. A raíz de este encuentro lleva a cabo un conjunto de piezas en yeso, basadas en las creaciones de Fidias y antecesores.

A principios de los años cincuenta regresa al País Vasco, estableciéndose en Hernani. Allí empieza a trabajar en la fragua de José Cruz Iturbe y elabora sus primeras obras en hierro, elemento muy vinculado a la tradición y a la cultura vascas. A partir de este momento, y a lo largo de toda su vida, este se convertirá en el material principal para sus investigaciones plásticas. En 1958 participa en la XXIX Bienal de Venecia, junto a grandes creadores españoles. Recibir el Gran Premio Internacional de Escultura de este certamen consolida su reconocimiento universal. Por estos años explora las capacidades plásticas del papel con un interesante trabajo gráfico al que dotará de la misma materialidad que a su producción tridimensional.

Un viaje por Grecia, Italia y la Provenza francesa en 1963 le descubre la luz de la arquitectura, abriendo su universo artístico a una nueva dimensión. Así, introduce el alabastro y comienza a indagar las capacidades lumínicas de este mineral traslúcido, creando un corpus de obras de gran serenidad.

Partiendo de un concepto escultórico que juega con el espacio, la luz y el material, Chillida realiza un considerable número de instalaciones monumentales destinadas a zonas públicas. Ejemplo de ello son El peine de los vientos (1977) en San Sebastián, el Homenaje a los Fueros (1981) en Vitoria o Elogio del horizonte (1990) en Gijón. A su vez, en los años ochenta, produce una serie de relieves escultóricos sobre papel conocidos como Gravitaciones.

Artista reconocido nacional e internacionalmente, su obra ha sido incluida en importantes exposiciones, tanto colectivas como individuales, entre las que destaca Chillida, retrospectiva celebrada en 2003 en la Fundación Miró de Barcelona. A lo largo de su carrera ha sido galardonado con significativos premios: en 1981 obtiene la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, en 1987 el Premio Príncipe de Asturias y, seis años más tarde, recibe la Orden Imperial de Japón. En 1994 es nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Eduardo Chillida fallece el 19 de agosto de 2002, dejando un importante legado escultórico, reflejo de las inquietudes renovadoras del arte del siglo XX.