XX Español

Discípulo de Vázquez Díaz alojado en la Residencia de Estudiantes, formó parte de la . En 1929, una estancia en París le puso en contacto con el núcleo de pintores españoles en esa ciudad y con el , que ejercerá en él una influencia decisiva, aunque no lo adoptase en el sentido estricto más que en un primer momento, a principios de los años treinta.

El paisaje se impuso pronto, con figuras al principio, hasta los primeros cincuenta, y en solitario después; los pueblos castellanos, representados frecuentemente en ellos, se funden con la tierra merced a una pincelada fragmentada que unifica la superficie del lienzo y la armonía cromática, siempre de tonos terrosos y suaves. Esa fragmentación se fue abriendo paso en los setenta en áreas de color más amplias delimitadas por sutiles trazos negros que dieron paso, en los ochenta, a las sabias y elegantes composiciones de madurez.