Manolo Hugué

(Barcelona, 1872 - Caldes de Montbui, 1945)

Obras del autor
XX Español
 
Destacado representante del novencentismo catalán de principios del siglo XX y polifacético artista de estilo muy peculiar, cuya creatividad resulta evidente en su producción como escultor, pintor y diseñador de joyas. Manuel Martínez Hugué, más conocido como Manolo, inicia sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de la Lonja, donde entró en contacto con la escultura, que se convertirá en su modo de expresión más habitual, junto al escultor Antoni Bofill.
 
En sus inicios, cabe destacar su relación con el pintor Joaquín Mir (1873–1940) con el que asistía al
y con el que llegó a conocer al grupo de artistas de la Colla del Safrà, entre ellos Ramón Pichot (1871–1925), con quien fraguó una gran amistad. A pesar de su escasa motivación por el estudio, su facilidad de aprendizaje y su madurez le sirvieron para afianzar su estilo, beneficiándose de su formación en talleres de renombre, como el del escultor Torcuato Tasso (1852–1935), con el que colaboró en los trabajos decorativos de las fiestas conmemorativas del IV centenario del Descubrimiento de América en Barcelona (1892). Participó activamente en las tertulias de la taberna Els Quatre Gats, punto neurálgico de las novedades estético artísticas, y en donde traba amistad con Mir y Picasso.
 
En 1901, viajó a París, dónde a su llegada tuvo la desgracia de presenciar, junto al también pintor Manuel Pallarés (1876–1974), el suicidio de su amigo Carles Casagemas (1880–1901) durante un encuentro en un café. Este acontecimiento le marcó profundamente durante su estancia parisina, en la que tuvo que afrontar serios contratiempos económicos, que sin embargo no entorpecieron su enriquecimiento artístico. Allí conoció la obra de Auguste Rodin (1840–1917), que se encontraba en su momento de mayor esplendor como escultor. Además se rodeó de un importante círculo de intelectuales y artistas, como Isidre Nonell (1872–1911), Joaquín Sunyer (1874–1956) y su amigo Pablo Ruiz Picasso (1881–1973), a quien retrató cuando tenía 23 años.
 
En París fue sin duda de gran ayuda el apoyo que recibió del escultor Paco Durrio (1868–1940), quien le introdujo en el mundo de la orfebrería, disciplina en la que pudo exhibir su capacidad y sensibilidad artísticas, mediante creaciones de una expresividad muy alejada del
académico.
 
En 1910 se estableció en la ciudad francesa de Ceret (Pirineos Orientales, Languedoc-Rosellón), donde alcanzaría gran fama con sus esculturas de temática popular. Firmó un contrato con el propio Kahnweiler (1884–1979), marchante, entre otros, de Picasso y Juan Gris (1887–1927), que supuso la difusión de su trabajo en Nueva York, Barcelona, París o Venecia.
 
Su última etapa se vincula al municipio barcelonés de Caldes de Montbui, lugar en donde permaneció durante el transcurso de la guerra civil española (1936–1939), que será su residencia definitiva.