Josep De Togores i Llach

(Cerdanyola del Vallès, Barcelona, 1893-1970)

Obras del autor

XX Español

Josep de Togores ocupa un lugar singular en el panorama artístico español del siglo
xx. Nacido en el seno de una familia aristocrática barcelonesa, a los trece años sufre una meningitis que le deja sordo. La pérdida de la audición le impulsa a desarrollar su afición por la literatura y, sobre todo, por la pintura, disciplina en la que empieza enseguida a recibir clases de mano de los pintores Joan Llaverías (1865-1938), Félix Mestres Borrell (1872-1933) y Néstor Martín-Fernández de la Torre (1887-1938). En 1910, con apenas 17 años, expone en la Sala Parés de Barcelona el El loco de Cerdanyola, lienzo premiado ese mismo año en la Exposition universelle et internationale de Bruxelles [Exposición Universal e Internacional de Bruselas], y adquirido posteriormente por el gobierno belga.

E
n 1913, viaja a París donde descubre la obra de Paul Cézanne, por la que se siente muy atraído. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial regresa a Barcelona, donde entra en contacto con Joaquim Sunyer (1874-1956), uno de los máximos representantes del
, y algunos artistas extranjeros de vanguardia afincados en la ciudad. Hacia 1914, asiste al Cercle Artístic de Sant Lluc y se relaciona con Joan Miró (1893-1983). Para entonces, su pintura transita de un
novecentista a otro de impronta cubista. A partir de 1916, inicia su serie de paisajes cézannianos de la costa catalana y algunos cuadros de figura que expone en 1917 en la sala La Publicidad, y al año siguiente se integra en la Agrupació Courbet, movimiento artístico fundado con el objetivo de renovar el
. Con su producción y sus escritos teóricos, se convierte en un impulsor del modernismo, y es considerado, junto a Juan Gris y Pablo Picasso, uno de los principales creadores españoles de la primera década del siglo
xx.

Togores regresa a París en 1919 donde Eugenio d’Ors le pone en contacto con los propios Picasso y Gris, y otros creadores del círculo de Montparnasse, como los artistas Georges Braque, Chaim Soutine o Amedeo Modigliani, o los poetas Pierre Reverdy y Max Jacob. Este último le presenta a Daniel-Henry Kahnweiler, afamado marchante de impresionistas, postimpresionistas y cubistas, con el que firma un contrato en 1921 que se prolongará hasta 1931. Kahnweiler le organiza su primera exposición individual en 1922 en la Galerie Simon de París, que resulta un gran éxito, y otras por las diversas galerías de Alfred Flechtheim en Alemania, como las de Berlín, Düsseldorf o Múnich. Franz Roh lo incluye en su libro Nach-expressionismus (Magischer Realismus): Probleme der neuesten europäischen Malerei, publicado en Leipzig en 1925 y traducido castellano y publicado en 1927 como Realismo mágico: post expresionismo: problemas de la pintura europea más reciente. Togores se consolida en el mercado centroeuropeo.

Participa entonces en muestras prestigiosas como la Internationale Kunstausstellung Dresden [Exposición Internacional de Arte de Dresde] (1926) o Der schöne Mensch in der neuen Kunst [El ser humano bello en el arte nuevo], celebrada en Darmstadt (1929). A partir de este momento sus obras comienzan a formar parte de importantes colecciones y museos del continente.

En la cúspide de su carrera, Togores experimenta varias crisis creativas que se canalizan en diversas direcciones plásticas, pero manteniendo cierto sello personal. Así, del
noucentista inicial va derivando, como se ha visto, hacia uno de corte cubista, que desemboca finalmente en un estilo próximo al de la Nueva Objetividad (Neue Sachlichkeit).

En 1928, su producción da un giro radical, adentrándose en los terrenos del automatismo psíquico surrealista. Sus composiciones adquieren originalidad, pero alcanzan poca difusión, por lo que Togores pasa a un segundo plano.

Hacia 1931, abandona los experimentos surrealistas y abstractos y regresa definitivamente a la figuración, alejándose así de su etapa más innovadora. Kahnweiler le rescinde entonces el contrato, al no sentir afinidad con su nueva producción del pintor y por la dura crisis que el mercado artístico mundial sufre en esos momentos. Togores regresa definitivamente a Barcelona y se adapta al realismo tradicional y conservador de la escena catalana. A pesar de alejarse del lenguaje más novedoso, crea obras memorables en este estilo.

En el transcurso de la Segunda Guerra Mundial muchas de sus obras desaparecen, y su popularidad disminuye. En 1950 presenta en Madrid una de sus últimas exposiciones en vida, con piezas de temática religiosa. Josep de Togores fallece en 1970 debido a un accidente de tráfico.

Durante muchos años, Togores permanece al margen del panorama artístico y de los marchantes que lo consagraron, y su figura y su obra caen en el olvido. La exposición On Classic Ground, celebrada en la Tate Gallery de Londres en 1990, lo sitúa nuevamente en el lugar que ocupó en la pintura europea en los años veinte. Cuatro años después, la muestra El surrealismo en España, organizada por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, supone el redescubrimiento definitivo de la figura de Togores, principalmente vinculado a la vanguardia, recuperando así su papel dentro de la historiografía del arte español.