Jorge Oteiza

(Orio, Guipúzcoa, 1908 – San Sebastián, 2003)

Obras del autor

XX-XXI Español

Jorge Oteiza inicia su labor escultórica a finales de los años veinte. En 1927 se instala junto a su familia en Madrid y, tras su paso por la facultad de Medicina, se matricula en la Escuela de Artes y Oficios, que abandonará también en pocos meses. Desde este momento muestra interés por las propuestas de vanguardia y el trabajo de artistas como Alberto Sánchez (1895-1962), con el que compartiría planteamientos plásticos y políticos.

En 1935 marcha a Sudamérica, donde desarrolla una intensa actividad −eminentemente literaria y escultórica− y comienzan a forjarse los fundamentos de su pensamiento estético. Durante más de diez años vive y trabaja en Argentina, Chile, Colombia y Ecuador, donde se relaciona con los círculos intelectuales locales, estudia la estatuaria precolombina, tienen lugar sus primeras conferencias y publicaciones y comienza a impartir clases de cerámica.

En 1948 regresa a España. En esta época destaca su participación en la decoración de la Basílica de Aránzazu, proyecto que aglutinará a numerosos artistas, convirtiéndose en un foco de experimentación y vanguardia en torno al arte vasco. Esta será una de las inquietudes esenciales del creador: el asociacionismo en busca de la innovación y la integración de las artes. Cabe señalar su impulso en la fundación de, en un primer momento,
y, más adelante, el
, de cuya sección guipuzcoana, conocida como
, forma parte hasta su disolución.

A partir de su llegada a España se multiplica su actividad y presencia en exposiciones y concursos. Obtiene desde entonces un gran reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional, éxito que se consolida con la concesión en 1957 del Gran Premio Internacional de Escultura en la IV Bienal de São Paulo. Dos años más tarde da por finalizada su experimentación escultórica en torno a la expresividad del vacío y anuncia su retirada de este campo. Pese a su determinación, continúa cultivando la disciplina esporádicamente y la retoma de nuevo a partir de 1972, año en el que participa en los
y se instala en Alzuza (Navarra) en búsqueda de un aislamiento que le permita centrarse en el estudio. Sus indagaciones plásticas de esta etapa se materializan principalmente en el desarrollo del llamado “laboratorio de tizas”. 

Dentro de su producción bibliográfica destaca la publicación de Quousque tandem...! en 1963, un ensayo de interpretación estética del alma vasca, en el que propone un análisis de los lenguajes y expresiones que desde la Prehistoria se han ido sucediendo en la conformación de su arte y su cultura.

En 1988 tiene lugar en Madrid, Bilbao y Barcelona Oteiza. Propósito experimental, la primera gran exposición antológica dedicada al artista, comisariada por el también escultor Txomin Badiola (1957), con el que mantenía un estrecho vínculo y que sería a su vez responsable de la catalogación de su obra.

Su importante trayectoria artística ha sido reconocida en numerosas ocasiones con galardones como la Medalla de Oro de Bellas Artes y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1985; el Premio Pevsner en 1996; la Medalla del Círculo de Bellas Artes de Madrid y la Medalla de Oro de Guipúzcoa en 1998, y la Medalla Lan Onari en el 2000. Además, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad del País Vasco en 1998.

Por decisión del artista, decepcionado con las políticas culturales desarrolladas en el País Vasco, su legado se encuentra depositado en Alzuza (Navarra). El edificio, una de las últimas obras de Francisco Javier Sáenz de Oiza (1918-​2000), con el que Oteiza había trabajado ya en Aránzazu, integra su antigua casa y taller. Nace así la Fundación Museo Jorge Oteiza, inaugurada en 2003, un mes después de su fallecimiento.