Jesús "Chucho" Reyes Ferreira

(Guadalajara, Jalisco, 1880 – Ciudad de México, 1977)

Obras del autor

XIX-XX Mexicano

La obra de Jesús “Chucho” Reyes despierta en quien la contempla una emoción singular, algo parecido al cariño. Pintor imposible de encasillar, su originalidad se sustenta en una vida de amor a la belleza, de pasión por el arte sacro, culto y popular, de México y de otras latitudes; de hobbies de museógrafo, bibliófilo y decorador de interiores, de buen gusto y refinamiento.

Reyes encarna al autodidacta que crece en un ambiente propicio a afilar la intuición creativa. Nace en una familia acomodada de Guadalajara en la que su padre, Ventura Reyes y Zavala, pedagogo y autor del libro Las bellas artes en Jalisco (1882), se encarga personalmente de su escolaridad en casa. El joven trabaja de empacador en una fábrica de chocolates, aprendiz de imprenta, responsable del adorno en bodas y velorios de la alta sociedad y encargado de los escaparates de la exclusiva Casa Pellandini.

En 1938 huye de la puritana Guadalajara a la capital metropolitana. Adquiere una vieja casona adyacente a la Galería de Arte Mexicano, instala un taller en el patio y comienza a experimentar con diversos materiales. Sus composiciones se vuelven más complejas, las líneas son sustituidas por brochazos, los colores se incendian y se diversifican. Fabrica él mismo sus gouaches de color, mezclando pigmentos vegetales, anilinas brillantes con agua hirviente y, en ocasiones, con blanco de España para lograr un efecto craquelado en el papel pintado. En sus obras tardías incorpora polvo de oro y de plata como un refuerzo ornamental; asimismo, emplea colores firmes sobre cartón o finos papeles de procedencia china o italiana.

En 1945 recibe un importante encargo de Helena Rubinstein para decorar sus salones de belleza. Reyes pinta con ahínco, varía sus temas, densifica el trazo, amplía la paleta. Dibuja y viste de colores llamativos muñecas, gallos con cresta y cola dorada, pájaros, caballos, arcángeles, diablos, figuras de Cristo, payasos, adanes y evas, esqueletos, desnudos, ramos de flores o naturalezas muertas.

Esteta y dandy, durante décadas se hizo pasar por artista aficionado; no firmaba ni fechaba sus obras, y empezó a exponer en galerías y museos a los cincuenta años.  Solo entonces se supo de su colaboración con el arquitecto Luis Barragán en el proyecto para la zona residencial del Pedregal y las Torres de Ciudad Satélite, en las que participó también Mathias Goeritz (1915-1990). La luz filtrada por celosías, las mamparas, facistoles, escaleras sin barandal, esferas vidriadas y, sobre todo, los muros de color amarillo o rosa tendrían su origen en la aportación de Reyes. Árbitro del buen gusto, revalorizó la tradición artística de México sin discriminación de época, procedencia o valor comercial.