Nacido a mediados de la década de los cuarenta, Miquel Navarro es un artista imprescindible. Pertenece a aquella generación de jóvenes creadores españoles que, coincidiendo con la llegada de la democracia al país y el auge y reinvención de la disciplina escultórica a nivel internacional, desarrollan propuestas derivadas de los movimientos neoconstructivista, minimalista y conceptual, gestando lo que se denominará la Nueva Escultura Española.

Así, el valenciano recurre a materiales y procesos procedentes del mundo industrial para realizar unas piezas que se sitúan a medio camino entre la obra de arte y el artefacto. Su trabajo elimina todo lo superfluo y se sirve de las formas puras de la geometría para configurar un estilo que se despliega sustentado por principios como la combinación, la repetición, las variaciones de tamaño o la oposición de los conceptos de figuración y abstracción o verticalidad y horizontalidad. Este lenguaje opera en las dos escalas en las que trabaja Navarro desde sus inicios en la escultura (en una primera etapa se interesa más por la pintura): por un lado, la de los objetos artísticos, como el que aquí nos ocupa; por otro, en una serie de “ciudades” que con ellos compone y que actúan como metáforas del hábitat del ser humano que las contempla.

Canales forma parte de una tirada de 650 ejemplares no numerados, firmados y fechados en su base, que el autor realiza para el antiguo grupo Uralita, multinacional de la construcción que conmemoraba sus cien años de actividad (1907-2007). Para este encargo realiza una de sus características figuras totémicas, que destaca por su potente verticalidad y la elegancia de sus líneas, reforzadas por el color y acabado que la aleación de aluminio elegida le permite.