Anónimo

Éxtasis de santa Teresa

principios s. XVIII

madera dorada y policromada

40,5 x 51 x 33 cm

Nº inv. E00162

Colección BBVA España


Este impresionante fenómeno de la vida de santa Teresa de Jesús ha dado pie a diversas representaciones a lo largo de la historia del arte, principalmente en la época barroca, en la que el afán divulgativo de la fe cristiana recurría a escenas de gran dinamismo y fuerza emocional.

Doctora de la Iglesia Católica, esta religiosa nacida en Ávila en 1515 destacó por su perseverancia en la fe y su carácter enérgico, al servicio de la reforma de las Carmelitas Descalzas, rama de la orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo a la que pertenecía. Sus escritos, ricos en sabiduría y espiritualidad, siguen gozando aún de gran fuerza y actualidad.

Este magnífico grupo escultórico refleja de manera delicada y magistral el momento de la aparición del ángel a la Santa, episodio que ella misma relató en su Libro de la Vida (XXIX, 13):

Quiso el Señor que viese aquí algunas veces esta visión: vía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla (…) En esta visión quiso el Señor le viese ansí: no era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos que parecen todos se abrasan (deven ser los que llaman cherubines, que los nombres no me los dicen; (…) Víale en las manos un dardo de oro largo, y al fin de el hierro me parecía tener un poco de fuego; éste me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegava a las entrañas”.

Las figuras se asientan sobre una peana, muy posiblemente reutilizada, ya que su tosquedad contrasta con el refinamiento con el que están representados los personajes. No obstante, se aprecian intenciones decorativas en la moldura central cóncava, que imita el carey.

La autoría de la obra es todavía incierta. Manuel Arias Martínez sugirió un posible vínculo de la pieza con la producción preciosista de la escultura guatemalteca de principios del siglo XVIII. Los ojos de cristal de ambas figuras, así como las vestiduras del ángel, resueltas mediante la técnica de la tela encolada, son peculiaridades utilizadas habitualmente en la imaginería de la época. Las manos de la santa están realizadas con gran delicadeza y su rostro refleja el dramatismo de la experiencia que está viviendo. El ángel, que ha perdido el dardo que atraviesa el corazón de la santa, adopta una postura muy movida, algo muy característico de este período artístico, así como las carnaciones de los rostros de ambas figuras. 

La pieza ha sido sometida a una restauración en la que se ha descubierto que el hábito de la santa está repolicromado, fruto de una intervención en el pasado.