Este artista vasco, siempre demostró un gran interés por la escultura iniciándose junto a Quintín de la Torre (1877-1966). Obtuvo la beca “Legado Garamendi” para estudiar en París durante un período de tres años.

Sus primeras obras, están realizadas en base a planteamientos académicos resueltos con un gran naturalismo. Posteriormente, su técnica evoluciona hacía un supuestos dotados de un espíritu más creativo, con representaciones de maternidades y torsos femeninos resueltos de forma simbólica.

Esta pieza se circunscribe en la etapa en la que muestra un mayor apego por las representaciones de su tierra natal en base a modelos de marcado carácter expresionista pero sin perder los cánones normativos de la figuración. Sus obras de este período están dotadas de gran fuerza y dinamismo; en ellas abandona la serenidad anterior para dejarse llevar por un espíritu renovador. En cierto sentido recuerdan a las esculturas de Arteta y a su empeño en la exaltación de los valores del pueblo vasco.