Eusebio Sempere

(Onil, Alicante, 1923 – 1985)

S/T

1977

Carpeta Transparencia del tiempo

serigrafía sobre papel (49/75)

53,8 x 40 cm

Nº inv. 11057

Colección BBVA España



Eusebio Sempere es una de las figuras clave en la configuración de la modernidad artística en la España de la segunda mitad del siglo XX. Su incansable afán investigador le lleva a explorar diversas técnicas: desde las más tradicionales, como la pintura, la escultura o la acuarela, hasta propuestas absolutamente modernas y contemporáneas, que incluyen el uso de la luz y el ordenador.
Formado en la Escuela de Artes y Oficios de Valencia y en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, en 1948 se traslada a París, donde entra en contacto con las corrientes más vanguardistas y conoce a artistas fundamentales de su generación, como Eduardo Chillida (1924-2002), Pablo Palazuelo (2015-2007) o Victor Vasarely (1906-1997), uno de los principales representantes del Op Art.
Durante su estancia en la capital francesa, su trabajo va evolucionando paulatinamente hacia la abstracción más pura, geométrica y poética. Las primeras obras de este periodo, realizadas con acuarela, siguen la estela de las composiciones oníricas y coloridas de Vasily Kandinsky (1866-1944) y Paul Klee (1879-1940). Progresivamente, Eusebio Sempere empieza a introducir los principios de la geometría y a simplificar las formas, conjugando en sus obras los conceptos de movimiento, vibración y dinamismo, siempre evocados mediante la repetición de finas líneas paralelas. En la década de los cincuenta introduce un elemento que a partir de entonces será fundamental y que centrará sus exploraciones plásticas: la luz. Así, surge un conjunto de piezas conocidas como Relieves luminosos móviles; son obras realizadas con planchas de madera −en cuya superficie perfora formas geométricas−, en las que instala un sistema lumínico activado por pequeños motores eléctricos. En ellas los volúmenes y la profundidad se configuran a través de la activación temporal de las bombillas.
En este periodo es fundamental su aprendizaje de la
, procedimiento que conoce en el taller del artista cubano Wifredo Arcay (1925), que realizaba las serigrafías de varios artistas de la
que por aquel entonces trabajaban con la galería parisina Denise René. A su regreso a Madrid, Eusebio Sempere y su fiel colaborador Abel Martín (1947-2013) introducirán esta técnica artística, prácticamente desconocida en la España de los sesenta.
Las serigrafías que realiza a su vuelta a España evidencian el camino que tomará su obra a partir de ese momento: composiciones formadas por figuras geométricas básicas, realizadas mediante la repetición y superposición de líneas paralelas. En sus obras, Sempere hace gravitar con gran delicadeza los elementos, convirtiéndolos en cuerpos semitransparentes que vibran a medida que se recorren visualmente. Esta superposición, además de evocar ópticamente el movimiento, proporciona a las obras un interesante volumen, anticipando los trabajos tridimensionales que desarrollará intensamente a partir de su estancia en Estados Unidos en 1964.
Lejos de las propuestas más violentas y expresionistas de los artistas informalistas que trabajaban en los años sesenta en España, Eusebio Sempere propone un trabajo absolutamente meticuloso y delicado, de colores sosegados y formas depuradas. Partiendo de la geometría más limpia, sus obras recrean una danza de volúmenes espaciales cuya transparencia genera una ligera profundidad y cuyos colores parecen irradiar una luz interior.
Esta
de la Colección BBVA pertenece a la cuarta carpeta de obra gráfica de Eusebio Sempere, titulada Transparencia del tiempo. Formada por cinco obras, la carpeta fue editada por la galería Carmen Durango de Valladolid en 1977, como segundo número de la colección Marzales. Monografías de artistas contemporáneos. Las cinco obras que componen la edición se acompañan, además, de cuatro poemas en prosa de Edmond Jabès. El conjunto de nueve carpetas, en las que Eusebio Sempere trabajó entre 1965 y 1982, resulta sumamente interesante, ya que resume los principios plásticos de todo su trabajo y está estrechamente ligado a la música y la poesía.
Esta delicada obra, de colores pardos, muestra una serie de formas geométricas circulares que van evolucionando hasta crear una circunferencia completa. Este juego proporciona a la composición un fuerte dinamismo, que se acentúa por la introducción de las líneas amarillas que recorren cada una de las formas; el amarillo evoca, además, una suerte de luz que parece emanar del interior de cada pieza.