Julio Le Parc es considerado como un auténtico revolucionario en el campo de la plástica. Ya sus primeros trabajos, realizados durante su etapa de formación, eran augurio de una personalidad vanguardista.

Formado en la Escuela Superior de Bellas Artes, participa activamente en los movimientos estudiantiles, promoviendo la libertad creativa. Su trabajo responde a un método científico y objetivo, alejado de las corrientes más expresionistas del París de los años cincuenta. Entre sus fuentes se encuentran, además de la obra de Víctor Vasarely, el trabajo de Piet Mondrian (1872-1944) y los textos y reflexiones del maestro del color Josef Albers (1888-1976).

Tras un primer periodo inspirado en la obra de Pablo Picasso (1881-1973) y Henri Matisse (1869-1954), su trabajo evoluciona hacia una abstracción analítica y científica, basada en la búsqueda de sistemas unitarios que regulan la distribución de las formas en la superficie. En 1959, después de llevar a cabo investigaciones en blanco, negro y gris, comienza una serie de experiencias con el color, definiendo una gama de catorce colores puros, sin degradaciones, que combina entre sí, compaginando una o dos formas en desplazamiento horizontal, yuxtaponiendo cuatro gamas de colores desarrolladas vertical u horizontalmente o en diagonal, y finalmente superponiendo otras cuatro gamas más. Estas primeras aproximaciones, realizadas en témpera sobre cartón, suponen la antesala de las Modulaciones, una serie de experiencias en las que comienza a trabajar en 1974 y a la que pertenecen tres obras de la Colección BBVA, entre ellas la presente, . Estos trabajos se basan en sistemas simples de organización; en cada caso, la correlación de las formas depende de un mismo principio. La técnica utilizada, el aerógrafo, permite a Le Parc conseguir una degradación del oscuro al claro y una modulación precisa de la superficie. Como se observa en este dibujo, en las obras que integran este conjunto se ha reducido la gama de colores respecto a investigaciones anteriores y se pone el foco en una preocupación que se hará patente en su trabajo posterior: la introducción del movimiento en la obra de arte. El juego de formas y de color genera la sensación visual de una suerte de desplazamiento y vibración que vaticina los objetos móviles de sus trabajos futuros.

La obra de Julio Le Parc es el resultado de un complejo y constante proceso de investigación con la forma, el color, los materiales y el movimiento. A partir de los años cincuenta, sus obras evolucionan desde formas poscubistas bidimensionales hacia la tridimensionalidad geométrica, en la que el movimiento y la interacción con el espectador tienen un papel fundamental. El germen de sus icónicas piezas interactivas se encuentra en estas investigaciones plásticas bidimensionales, que sientan las bases conceptuales de todo su trabajo posterior.