Pintor, escultor, grabador y ceramista español, a los dieciocho años decide dedicarse a la pintura en un ambiente dominado por las últimas tendencias artísticas francesas, iniciando así una gran producción basada en el equilibrio entre la expresión y la experimentación, donde sintetiza el
Movimiento artístico desarrollado en París a inicios del siglo XX. Toma su nombre del término utilizado por la crítica −
fauves, fieras− para caracterizar a un grupo de artistas que participaron en el Salón de Otoño de 1905. A través de la simplificación de las formas y el empleo de colores puros aspiraban a crear obras llenas de equilibrio y serenidad, un objetivo que distaba mucho de la intención de escandalizar que se les atribuyó. Para muchos de sus integrantes supondría un estadio intermedio en el desarrollo de su estilo, siendo su más fiel representante el pintor Henri Matisse (1869-1954).
y el
Término acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles (1870-1943) para designar al movimiento artístico surgido en Francia en 1907 de la mano de Pablo Picasso (1881-1973) y Georges Braque (1882-1963), que implicó una ruptura definitiva con la pintura tradicional. Considerada como la primera vanguardia histórica del siglo XX, su principal característica es la representación de la naturaleza a través del uso de formas geométricas bidimensionales que fragmentan la composición, desapareciendo por completo la perspectiva. Esta innovación plástica y conceptual supuso una gran revolución y jugó un papel fundamental en el desarrollo del arte del siglo XX.
y combina lo real con la abstracción procedente de su contacto con el surrealismo -del que formó parte activa- que derivaría posteriormente en la abstracción expresionista.
La utilización del grabado como técnica permite a Miró llegar hasta un público más amplio. Su capacidad de invención y experimentación con nuevos materiales aporta novedades en el proceso de estampación que potencian la expresividad de la obra. Los resultados que obtiene son sin duda los de un maestro que rompe con las formas académicas sin llegar a abandonar la tradición.
Esta obra forma parte de una serie de cinco grabados que ilustran poemas del poeta catalán Josep Vicenç Foix, al que le unía una estrecha amistad. En el año en el que realizó esta carpeta en el taller de Joan Barbarà -con el que trabajó hasta 1979-, Miró ya era un artista mundialmente conocido, cuya constante curiosidad le llevaba a experimentar con distintas técnicas.
Utiliza los colores primarios -rojo, amarillo y azul- enriquecidos por el verde y su eterno negro, junto a sus signos más habituales: el ojo, la estrella y la luna. Una serie que parece evocar la unión, la fecundación, la incubación y el nacimiento de un pájaro en una dinámica ascendente.