Alfonso Albacete

(Antequera, Málaga, 1950)

La ola

1985

óleo sobre abanico valenciano

38 x 72 cm

Nº inv. 2906

Colección BBVA España


A partir de sus primeros trabajos en el marco del
, a finales de los años setenta es el puro placer de pintar el que toma posesión del lienzo. El impresionismo, el
, el
y la abstracción americana, todo ello lo asimila Albacete y lo fusiona con la inmersión en el paisaje levantino, al que se aproxima a través de las enseñanzas de su maestro Juan Bonafé (1901-1969), dando como resultado una pintura en la que el color, la luz y la pincelada son protagonistas.

Habitualmente trabaja en series temáticas de cuadros, que somete a una exploración detallada, entre las que destacan las dedicadas al estudio del pintor, a los bañistas o a la figura de Narciso.

La geometría va diluyéndose a favor de una mayor presencia de la luz, y a partir de los noventa la figura, el bodegón y el paisaje se convierten en tema central de su pintura, que en algunos casos avanza hacia la abstracción.
 
En la obra de Albacete, la presencia del agua es una constante. Para el artista, agua y pintura son lo mismo; se trata de “bucear en el mar o bucear en la pintura”. En este óleo, las tranquilas aguas de la pintura logran plasmar la potencia de una ola.

Alfonso Albacete aprovecha de manera magistral el formato del
tradicional valenciano, desplegando a través de él su “ola” con la expresividad y fuerza que caracteriza su pintura de madurez. Esta pieza fue pintada con motivo de la exposición Otros abanicos, promovida por la Fundación Banco Exterior de España y celebrada el año 1985 en su sala de Madrid. En ella se exhibían abanicos y pai-pais chinos decorados por veintinueve artistas.
 
El tema remite a otras dos obras del pintor, también en la Colección BBVA, Dos continentes n.º 7 – aguamarina y Narciso, aunque con una paleta más reducida, compuesta por ocres, anaranjados y azules. En La ola, de factura más suelta, la figura y el mar se confunden, en una abstracción dinámica. El bodegón, acentuado con unas sombras azules que conectan con el mar, parece insinuar un posible bañista-pintor y con una plasticidad exquisita desborda en su representación los límites del soporte.