Manuel Hernández Mompó

(Valencia, 1927 — Madrid, 1992)

Sin título

1968

litografía sobre papel (38/75)

55 x 68 cm

Nº inv. 30088

Colección BBVA España


La obra de Mompó se caracteriza por buscar la expresión mínima para comunicar: “No necesité nunca, al pintar, usar materiales de arenas, maderas, collages, gruesos de color, etc… A mí me iba más decir las cosas con lo mínimo...”. Esto se plasma tanto en su obra pictórica, como en la realizada sobre papel −es el caso de la presente litografía−; también en sus esculturas de los años ochenta.

A finales de la década de los sesenta el artista valenciano se encuentra en el culmen de su carrera. En 1966 expone en la Galería Claude Bernard de París;  dos años después es premiado por la UNESCO en la XXXIV Bienal de Venecia, donde había expuesto un importante conjunto de cuadros en el pabellón español.

Mompó comienza a actuar en este momento de su trayectoria como pintor y como poeta, armonizando ambos lenguajes de manera magistral. Como él mismo afirmaba, “a veces necesito poner, cuando pinto, unas palabras o frases que me ayuden a expresar una denuncia o un halago a la vida”. De este modo, en la obra que nos ocupa, podemos leer frases intercaladas en el conjunto: “Sombras limpias de siluetas respirando / viento en la cara / con amor / también hoy respiro / hablo para que suene”.

Su personal iconografía se despliega aquí en perfecta armonía junto a la palabra escrita, clamando por la tan ansiada comunicación: “hablo para que suene”. Estas formas encuentran en el papel su mejor expresión, aprovechando su blancura para permanecer etéreas sobre él, en sus ansias de respirar, de comunicarse, tal vez de cuestionar a una sociedad que precisaba despertar hacia la vanguardia y hacia una mayor libertad creativa.