Este sutil bodegón, realizado por la artista sobre papel, mediante óleo, mina de plomo, pastel y lápiz, es un claro ejemplo de su madurez creativa y de sus cualidades pictóricas. Aquí plasma la belleza en su estado más puro, a través de unos objetos que hacen reflexionar al espectador sobre la realidad de lo cotidiano. Su composición nos recuerda a otra naturaleza muerta de la artista también en la Colección BBVA.

Su pintura es una pintura íntima que representa lo cotidiano de forma lírica, delicada, creando una atmósfera poética a través de colores suaves y contornos difuminados que invitan a una reflexión personal.

Inicia sus estudios artísticos en Sevilla, ciudad que la vio nacer, por petición expresa del pintor Manuel González Santos (1875-1949). Continuará su formación en Europa y Madrid para finalmente terminar asentándose en su Sevilla natal. Su trayectoria artística coincide con la eclosión de numerosos movimientos pictóricos que ponían en duda el valor que se había dado anteriormente al arte, en pro de la abstracción y del . Laffón rema siempre a contracorriente, y practica de forma constante una pintura figurativa desde la que ha abordado el paisaje, el bodegón y el retrato.

Es el dibujo lo que más caracteriza la obra de Carmen Laffón. Su estilo pictórico, negado por los abstractos por su realismo y por los academicistas por su modernidad, está próximo al realismo madrileño encabezado por Antonio López (1936), al que dota de matices propios, convirtiéndose así en el referente del realismo sevillano y ejerciendo una gran influencia sobre la pintura andaluza.