Salvador Victoria

(Rubielos de Mora, Teruel, 1928 – Alcalá de Henares, Madrid, 1994)

Sin título

1974

serigrafía sobre papel (15/100)

58 x 39 cm

Nº inv. 30550

Colección BBVA España



Salvador Victoria es una figura fundamental en la renovación plástica de la España del siglo XX. Su pintura evoluciona desde un lenguaje informalista en los años cincuenta −coincidiendo con su traslado a París y su descubrimiento del
y el
− hacia una
de formas y colores puros, con el círculo como eje principal de la composición. Estos rasgos marcarán visual y conceptualmente su obra de la década de los setenta. Tras un periodo de incesante experimentación, en torno a los ochenta recupera el trazo libre y vibrante de sus primeras obras. Sin abandonar la forma circular, las composiciones de este periodo muestran un ritmo más sosegado que las obras de su etapa parisina y suponen la culminación de un largo proceso de investigación con la forma, el color y la materia, elementos de los que Victoria se sirve para lograr trascender los límites de lo puramente visual.

Paralelamente a su actividad pictórica, desde 1967 Victoria desarrolla una interesante producción gráfica. A lo largo de su vida colabora con numerosos talleres y grabadores, que le ayudarán a materializar las múltiples investigaciones que lleva a cabo en ese campo. Los años setenta destacan por la amplia producción de obra gráfica, en la que se puede observar una evolución similar a la que experimenta su pintura. Durante los primeros años de esta década realiza unas serigrafías de tintas superpuestas que llaman la atención por su intenso y alegre colorido. Con el paso del tiempo, y en busca de una mayor simplificación y pureza gráficas, su cromatismo evoluciona: los colores se vuelven más neutros, tendiendo hacia una gama terrosa que remite al mundo telúrico. Persiste su predilección por las formas geométricas, entre las que predomina el círculo, protagonista de esta composición, una pieza editada por Victoria y estampada en el taller de Ángel López. El juego de formas concéntricas acentúa el movimiento, recordando a obras como Mult-Fer II, también perteneciente a la Colección BBVA. Con este juego de formas perfectas que flotan en el espacio Victoria invita al espectador a adentrarse en su universo metafísico.