Juan Antonio Salvador Carmona

(Nava del Rey, Valladolid, 1740 – Madrid, ¿1805?)

Europa

1786

Serie Las cuatro partes del Mundo

grabado (buril y aguafuerte) sobre papel

49,1 x 54,8 cm

Nº inv. 30768

Colección BBVA España


La representación figurada de una monarquía rodeada de los continentes suponía, para la mentalidad de la Edad Moderna, una forma de expresión del poder. Y que en dicha representación apareciesen Europa, Asia, África y América, equivalía a decir que su poder se extendía por todo el mundo.
 
Al pintar estas alegorías, Juan Antonio Salvador Carmona sigue la preceptiva clásica, compendiada a finales del siglo XVI por el italiano Cesare Ripa (1560-1622) en su famoso Tratado de iconología.
 
En 1786 Juan Antonio Salvador Carmona grabó una serie reducida de planchas representando Las cuatro partes del Mundo(Europa, Asia, África y América),según pinturas de Luca Giordano (1634-1705) conservadas en el Palacio Real. Tal y como figura en la parte inferior del grabado, dedicó estas bellas estampas al príncipe Carlos (1748-1819), futuro Carlos IV, lo que le valió el título de Grabador de Cámara del Príncipe de Asturias, distinción nunca conferida hasta entonces. En 1789, cuando el príncipe subió al trono como Carlos IV, Juan Antonio Salvador Carmona pasaría a ser Grabador de Cámara del Rey.
 
En esta serie logra plasmar el rasgo que mejor define su producción: el perfecto estudio de los efectos del claroscuro. Las planchas originales se conservan en la Calcografía Nacional.
 
A excepción del título, todas las láminas presentan las mismas inscripciones: en el ángulo inferior izquierdo, “pintado por Lucas Jordan”; en el ángulo inferior derecho, “gravado por Juan Ant.° Salvador Carmona”; debajo del título, la dedicatoria: “Dedicada al PRINCIPE N.ro S.r por Juan Ant.° Salvador Carmona. El Quadro Original existe en el R.l Palacio de Madrid”.
 
En este grabado, realizado a la
, el personaje principal es la alegoría de Europa. A la izquierda de la imagen aparece una figura femenina, sentada, vestida con ampuloso traje y tocada con corona real. A sus pies, unos niños regordetes juguetean con los objetos que simbolizan las artes liberales; a su lado, unos
portan un cuerno de la abundancia cargado de flores. Tras la mujer, un caballo encabritado, dos romanos y un
griego, en clara referencia a las culturas en las que Europa hunde sus raíces: el mundo clásico, Grecia y Roma. La parte derecha del grabado está ocupada por otra figura femenina sentada sobre unas nubes algodonosas; la tiara pontificia que porta en sus manos y los diversos símbolos eclesiásticos que aparecen a sus pies   -como el báculo y el capelo cardenalicio- indican que se trata de la alegoría de la Iglesia y el Papado. La escena se completa con un amplio celaje en el que las nubes son las protagonistas.
 
De esta forma veían los europeos los cuatro continentes conocidos a principios de la Edad Moderna. Desde luego, las imágenes son retratos imaginados, basados en estereotipos y visiones fragmentadas de cada territorio, pero recogen muchos de sus elementos característicos y han servido de soporte a otros símbolos y figuraciones posteriores.