Salvador Victoria es una figura fundamental en la renovación plástica de la España del siglo XX. Su pintura evoluciona desde un lenguaje informalista en los años cincuenta −coincidiendo con su traslado a París y su descubrimiento del

derivado de la palabra francesa “tache” (mancha), el término fue acuñado por los críticos franceses Charles Estienne y Pierre Guéguen y se difundió a partir del texto del crítico del arte Michael Tapié. Surgido como reacción al

Término acuñado por el crítico francés Louis Vauxcelles (1870-1943) para designar al movimiento artístico surgido en Francia en 1907 de la mano de Pablo Picasso (1881-1973) y Georges Braque (1882-1963), que implicó una ruptura definitiva con la pintura tradicional. Considerada como la primera vanguardia histórica del siglo XX, su principal característica es la representación de la naturaleza a través del uso de formas geométricas bidimensionales que fragmentan la composición, desapareciendo por completo la perspectiva. Esta innovación plástica y conceptual supuso una gran revolución y jugó un papel fundamental en el desarrollo del arte del siglo XX.
, se considera el equivalente al expresionismo abstracto estadounidense y se caracteriza por la pincelada espontánea, los goteos y manchas de pintura procedentes directamente del tubo y los grafismos que recuerdan la caligrafía japonesa.
y el

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
− hacia una abstracción de formas geometrizantes y colores puros, con el círculo como eje principal de la composición. Estos rasgos marcarán visual y conceptualmente su obra de la década de los setenta. Tras un periodo de incesante experimentación, en torno a los ochenta recupera el trazo libre y vibrante de sus primeras obras. Sin abandonar la forma circular, las composiciones de este periodo muestran un ritmo más sosegado que las obras de su etapa parisina y suponen la culminación de un largo proceso de investigación con la forma, el color y la materia, elementos de los que Victoria se sirve para lograr trascender los límites de lo puramente visual.
En 1967 Salvador Victoria se adentra en el mundo de la obra gráfica, que se convierte desde ese momento, y hasta el final de su vida, en un eje fundamental de su producción. A lo largo de su vida colabora con numerosos talleres y grabadores, creando un conjunto de obras que fluyen y evolucionan en paralelo a su producción pictórica y evidencian su afán experimentador. Durante los años setenta trabaja incesantemente en el campo gráfico, resultando un conjunto de obras que se caracterizan por un gran rigor geométrico en la composición y el uso de colores llamativos, que aportan un marcado ritmo a las piezas. Esta obra, editada por el artista y estampada por el taller Ibero-Suiza, supone un paso más en el camino hacia la simplicidad gráfica, un objetivo que persiguió durante toda su carrera. La pieza muestra el universo formal que Victoria introduce en su trabajo en este momento y que irá perfilando a lo largo de toda la década: formas depuradas, con una presencia predominante del círculo, fluyen por el espacio en el que asoma la línea del horizonte. Este novedoso plano, que eleva su trabajo a una nueva dimensión, recuerda sus universos metafísicos de mediados de los setenta, en los que una gran esfera parece emerger mágicamente del plano inferior.