Al igual que al resto de los artistas del , desde 1960 –fecha en que realiza un viaje a París con Zóbel (1924-1984) y Antonio Lorenzo (1922-2009)- le interesa todo lo relacionado con el mundo de la obra gráfica.

La totalidad de las obras que realiza en este campo hasta los años noventa son serigrafías, a las que a partir de esa fecha se unen obras calcográficas.

En España, la estuvo reservada durante mucho tiempo al ámbito industrial, y no empezó a adquirir reconocimiento hasta finales de los sesenta, gracias sin duda a las excelentes ediciones realizadas por el Museo de Arte Abstracto de Cuenca, institución para la que realizó su primera obra en 1964, Horizonte, de la mano del estampador Abel Martín -fiel colaborador de Sempere desde su época de París y artífice de las ediciones del -, aunque a lo largo de su vida trabajará con otros muchos talleres de estampación.

Rueda concilia la nitidez y la rotundidad en la ejecución con el sentimiento, la emoción y el misterio. En su obra conviven la geometría con otras líneas menos definidas, que en algunos casos nos recuerdan los collages realizados con la técnica del “decoupage”.

Homenaje a la alegría de pintar pertenece a una carpeta editada por el Museo de Arte Abstracto de Cuenca como homenaje a Fernando Zóbel el año de su fallecimiento. El conjunto está formado por siete serigrafías de José Guerrero (1914-1991), Joan Hernández Pijuán (1931-2005), Antonio Lorenzo, Manuel Hernández Mompó (1927-1992), Gerardo Rueda (1926-1996), Eusebio Sempere (1925-1985) y Gustavo Torner (1925), además de una litografía de Carmen Laffón (1934). 

La obra de Gerardo Rueda destaca por la fuerza colorista así como por su original composición a modo de arquitectónico. Esta manera de articular las formas prefigura la que será una de las series más importantes realizadas por el artista y editada por Estiarte en 1990: Diez más seis.