Maruja Mallo

(Vivero, Lugo, 1902 – Madrid, 1995)

Labios y atletas

h. 1950

Carboncillo y lápices de colores sobre papel

32,50 x 48,00 cm

Nº inv. 36007

Colección BBVA España



ACAC. Colección BBVA (depositada en el Museo Patio Herreriano, Valladolid)

Maruja Mallo es una de las principales representantes del surrealismo figurativo en España. Se forma en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde coincide con artistas fundamentales del movimiento surrealista como Salvador Dalí (1904-1989).

A lo largo de su carrera, su trabajo irá evolucionando desde un surrealismo enérgico, de composiciones abigarradas y gran colorido, hacia una visión más pesimista del hombre y de la vida, que alcanza su punto álgido durante los años treinta. Por esa época, gracias a una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, viaja a la capital francesa, donde conoce a Joan Miró (1893-1983) y a André Breton, padre del surrealismo. Tras su regreso a España, el estallido de la Guerra Civil le obliga a exiliarse y se establece en Buenos Aires, donde permanecerá hasta 1962. Allí se reencuentra con la naturaleza, que impulsa un cambio formal y conceptual en su producción, la cual, a partir de entonces, aun manteniendo la atmósfera surrealista, mostrará la influencia de la formalidad y estética clásicas.

Tal es el caso de la pieza perteneciente a la Colección BBVA Labios y atletas, realizada en la década de los cincuenta. Mallo conservó este tipo de dibujos, que posiblemente formaban parte de cuadernos de apuntes, por su notable interés y calidad. A través de ellos podemos acceder a una comprensión más profunda de su proceso creativo y establecer los fundamentos teóricos y plásticos de su pintura, que se resumen en la búsqueda matemática de un orden plástico. Esto es sin duda lo que confiere a sus figuras un aspecto clásico y riguroso.

Este tipo de formas humanas ya se apreciaban en uno de los murales que la artista realizó en 1945 para el cine Los Ángeles de Buenos Aires, diseñado por Abel López Chas y Federico J. Zemborain. Los arquitectos le encargaron la decoración mural porque, a su juicio, Mallo representaba “un anticipo de la posibilidad de un mundo feliz y sano”. La creadora gallega realizó tres grandes murales, hoy destruidos, planteados para ser expuestos de manera permanente. La pieza, titulada Armonía plástica, fue su última obra de gran formato en Sudamérica antes de regresar a España. 

Cabe destacar que el sustancial número de dibujos preparatorios y estudios sobre la figura humana existentes denotan el interés de Mallo por el análisis del movimiento, las proporciones, la geometría, las sombras y sus intensidades, a la vez que ilustran su repertorio iconográfico preferido: atletas y máscaras que habitan el espacio. En todos se pone de manifiesto la meticulosidad con la que elabora sus piezas, sin por ello perder esa energía que, a lo largo de toda su trayectoria, caracterizó su producción.