Miquel Navarro

(Mislata, Valencia, 1945)

Ciudad bidón o Composición (5)

2001

acuarela y tinta sobre papel Fabriano

67,4 x 48,2 cm

Nº inv. 36824

Colección BBVA España



Miquel Navarro es uno de los más relevantes escultores españoles contemporáneos. Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, desde el inicio de su carrera ha mostrado un profundo interés por el cuerpo humano y su relación con la arquitectura y el entorno. Como fruto de esta exploración, surgen, a partir de 1974, sus enigmáticas instalaciones de ciudades. Estas urbes están configuradas por múltiples edificios –alusión simbólica a la figura humana− reducidos a volúmenes geométricos, y son el resultado de un proceso de trabajo lento y meditado. En sus calles, habitadas por la mirada del espectador, parecen materializarse los conceptos figuración-abstracción, unidad-multiplicidad y horizontalidad-verticalidad, generando una atmósfera que va más allá del ámbito terrenal. Son ciudades silenciosas y atemporales, que, cubiertas por un halo metafísico, representan, en palabras del propio artista, el pasado, el presente y el futuro.

Esta reflexión la encontramos también en un campo de trabajo de mayor inmediatez como es el dibujo, técnica fundamental en el trabajo de Miquel Navarro. En 1964, el escultor se inicia en el mundo del arte a través del dibujo, que considera un terreno esencial de expresión y experimentación; un espacio íntimo para la representación rápida e improvisada y para la transcripción directa del pensamiento.

En los dibujos de Miquel Navarro abundan los elementos iconográficos propios de sus instalaciones arquitectónicas: fuentes, torres, castillos…, todo tipo de volúmenes geométricos, como se puede observar en la acuarela Ciudad bidón o Composición (5), de 2001, de la Colección BBVA. La composición recuerda a la obra de 1988 Soca II, en la que un rotundo elemento cilíndrico, identificable con el bidón del dibujo, sobresale entre pequeñas construcciones que se extienden en el plano horizontal. Aquí el delicado trazo del dibujo contrasta con la contundencia del elemento central, que asume el protagonismo de la pieza. Por su parte, las sombras que proyectan las construcciones generan perspectivas imposibles, subrayando el carácter misterioso y metafísico del dibujo. 

El trabajo de Miquel Navarro, influenciado por sus experiencias personales y por la huella que ha dejado en él su pueblo natal, Mislata, así como la ciudad de Valencia, invita al espectador a adentrarse en un universo urbano cargado de simbolismo, que mueve a reflexionar sobre la propia corporeidad y existencia.