Manolo Valdés

(Valencia, 1942)

Margarita de Austria

h. 1983-1985

grabado (aguafuerte, aguatinta y carborundum) sobre papel (48/50)

125 x 97,3 cm

Nº inv. 3984

Colección BBVA España


La maestría de este artista de fama internacional se hace visible en este excelente retrato de la infanta Margarita de Austria, realizado en dos hojas, mediante la técnica del grabado, en el que el fondo negro —obtenido mediante la
y el carborundum— refuerza el impacto cromático y los detalles logrados mediante el
.

Esta obra se vincula a la segunda etapa de la obra de Manolo Valdés cuyo comienzo coincide con la desaparición de su amigo y colaborador Rafael Solbes en el año 1981. Antes de esta fecha, su implicación en el Equipo Crónica le llevó a satirizar modelos iconológicos españoles, tomando como referencia el
de los “cómics” de Roy Lichtenstein (1923-1997) y de los elementos cotidianos de Andy Warhol (1928-1987).

Su obra se vuelve más reflexiva. De nuevo recurre a modelos derivados de artistas del pasado —como José de Ribera (1591-1652), Diego Velázquez (1599-1660) o Francisco Zurbarán (1598-1664)—, pero con un debilitamiento del valor icónico y de la burla e ironía presentes en su etapa anterior, utilizando como instrumento el
, el grabado o la escultura.

Este grabado de Margarita de Austria es una reinterpretación del retrato de la infanta pintado por Velázquez, que finalizó su yerno Juan Bautista del Mazo (1612-1667) tras el prematuro fallecimiento del artista. En este caso, Valdés mantiene también un diálogo con Piet Mondrian (1872-1944), a través de sus características cuadrículas negras coloreadas con colores primarios, que contrastan con las formas redondeadas y sinuosas del tocado de la infanta y su pañuelo.

A pesar de prescindir de los rasgos de su fisonomía, Valdés no escatima en detalles: el pañuelo, el delicado ramo de rosas y violetas, la banda, el cabello, el collar, la línea negra que remite al escote, el lazo en forma de
decorado con un broche o el pendiente de su oreja derecha; todos ellos elementos que remiten al retrato de la princesa. Se trata, sin duda, de un magnífico homenaje formal a la obra de un maestro de todos los tiempos.