Eva Lootz

(Viena, 1940)

7 piezas

1985

madera, algodón, cobre y parafina

61, 5 x 142 x 13 cm

Nº inv. 5117

Colección BBVA España


Los objetos de Eva Lootz incorporan asas y orificios, simulan pequeños mecanismos que invitan a ser activados, manipulados, asidos. Son productos que apelan a lo sensorial, a ser tocados, escuchados. Sus instalaciones y obras −Lootz asocia muchas de sus piezas tempranas a la oralidad y al acto de digerir− “hablan” a menudo de los procesos de estudio, de interacción con el tiempo, con el espacio, con el cauce de los ríos, con el movimiento leve, con la pausa, con el dormitar de lo inerte y con la aparente quietud de lo atemporal.

La obra 7 piezas se presenta en la exposición colectiva Otros Abanicos (Sala de Exposiciones Banco Exterior, 1985), comisariada por Natacha Seseña y producida por Fundación Banco Exterior, para la que se invitó a veintinueve artistas a decorar con libertad abanicos y pai-pais de pequeño y gran formato. La exposición viajó en 1988 al Spanish Institute de Nueva York y en 1990 al Palacete del Embarcadero del Puerto de Santander. La muestra y su catálogo hilvanan estos objetos con textos encargados especialmente para la ocasión a escritores entre los que se encuentran Francisco Umbral, Camilo José Cela, Antonio Gala o Elisa de Rojas. Como preparación, se proporcionaron a los artistas participantes abanicos de diferentes tamaños. Eva Lootz desmonta las piezas del suyo, y dispone sus componentes entre aquellas que produce desde cero, escogiendo el instrumento de apertura y cierre como una de sus variaciones de
.

A lo largo de las décadas, Lootz produce esculturas vivas e instalaciones que exploran los límites del cuerpo, expanden el proceso sensitivo y acarician tiempos y procesos excepcionales, buscando la escucha activa de lo que pasa desapercibido, aquello que es lento y silencioso, que en un mundo acelerado y occidental no es apreciado. En este registro nace la figura de la mano de parafina, que habla de la percepción, de los sentidos, y que, vinculada al
, resulta productora de frescor y receptora de brisa. Otro de los componentes de estas 7 piezas son los fieltros, que han sido bañados en parafina. En el proceso de producción, Eva Lootz aprovecha las propiedades físicas de estos dos materiales, que permiten ser sumergidos y estrujados, para mancharse y “cocinar” –clara alusión a la oralidad y digestión antes mencionadas−, arquitecturas que funcionan como puentes entre el cuerpo y lo perceptible.

En esta obra podemos detectar asimismo un dispositivo compuesto de copas de bronce dorado, un recurso habitual de la artista. La figura cónica, que en sus polos tiene apertura y cierre, apunta a la contraposición de opuestos, a lo vacío y lo lleno. Al formar parte de un conjunto de piezas que reflexionan sobre el
, un artefacto de uso tradicionalmente femenino, las copas aparecen como un ramo de figuras de belleza fría y pulida.

En el catálogo de la exposición, la obra va acompañada por un texto de Jaime Gil de Biedma, “Aire: Nada” en el que el escritor remite a su vida en Filipinas y habla del recuerdo del uso de un pankhás, un
de uso colectivo que es mecido durante la hora de la siesta por un joven.