Pablo Palazuelo

(Madrid, 1915 – Galapagar, Madrid, 2007)

Gouache

1957

gouache sobre papel

74,8 x 52,6 cm

Nº inv. 555267

Colección BBVA España


Pablo Palazuelo fue una de las figuras clave de la abstracción española del siglo XX. Formulador de la
, destaca por un uso elegante y depurado de las formas geométricas básicas, que combina ilimitadamente para crear representaciones abstractas del mundo que le rodea.

Finalizados sus estudios de arquitectura en la School of Arts and Crafts de Oxford (1933-1936), Palazuelo se traslada a Madrid, donde redirige su carrera hacia la pintura y posteriormente hacia la escultura. Esta investigación plástica le llevará a la abstracción más pura, geométrica y matemática, en la que se aprecia la influencia de la pintura cubista de Piet Mondrian (1872-1944) y, muy especialmente, de la obra de Paul Klee (1879-1940).

En 1948 es galardonado por el Gobierno francés con una beca, gracias a la cual se instala temporalmente en París. Esta estancia será fundamental para el desarrollo de un proceso creativo extremadamente pulcro y analítico que evidencia la base teórica y metódica de su obra. Este proceso parte, en la mayoría de los casos, de un croquis preliminar realizado sobre papel, que el artista toma como modelo regulador para componer las obras que conforman cada familia −término utilizado por el autor para referirse a las series−. Esta metodología puede tener su origen en los apuntes que realiza sobre el
de los manteles del bistrot parisino que frecuentó durante su estancia en la capital francesa.

Esta obra de la Colección BBVA sugiere dicho procedimiento, ya que coincide estilísticamente con las series realizadas durante los años 50 en París siguiendo la metodología descrita. Así, Palazuelo entreteje distintas placas geométricas, que le permiten, mediante un trabajo de reducción y transformación formal, conseguir diversas composiciones basadas en un mismo modelo geométrico inicial.

En
,
el artista combina sutilmente líneas rectas y curvas, haciendo evidente su magistral conocimiento de la geometría y las matemáticas aplicadas al trabajo plástico. La obra muestra un conjunto de ramificaciones que se expanden armónicamente por toda la superficie, provocando un ritmo fluido que aporta un delicado dinamismo a la composición. A través de la geometría, Palazuelo desarrolla una suerte de paisaje no figurativo, que responde al intento de traducir en clave abstracta la esencia de la realidad que encuentra a su alrededor. Esta oscilación visual refleja el interés de Palazuelo por el movimiento intrínseco que irradia de las formas, así como su pasión por la armonía y la música, que inspirarán gran parte de su producción artística.