José Guerrero

(Granada, 1914 – Barcelona, 1991)

Sin título

1985

Serie New York - Madrid

grabado (aguafuerte y aguatinta) sobre papel (14/100)

63 x 48,5 cm

Nº inv. 5682

Colección BBVA España


Guerrero es, como Esteban Vicente (1903-2001), uno de nuestros artistas más internacionales, integrantes ambos del
americano.

Tras su formación en Madrid y su paso por París y Roma, donde conoce a la que será su esposa, Roxanne Pollock, en 1949 se instala en Nueva York. Allí se estaba gestando el
, en cuyo grupo se integró, vinculándose a la tendencia denominada
.

En los años sesenta vuelve a España, donde encuentra el clima propicio para seguir desarrollando su pintura de vibrante cromatismo. Su proceso artístico se centra en el estudio de la propia pintura, mediante la cual refleja su experiencia personal en forma de color: “El color se extiende, no para nunca”, afirma en 1988.

Estos grabados, correspondientes la mayoría de ellos a la Suite New York-Madrid, fueron realizados entre 1984-1985, años de gran actividad para el artista.

Dicha serie está compuesta por diez grabados al
y
, en los que compone cada obra de una forma muy similar en base a una gran mancha de color sólido expandida, que ocupa prácticamente la totalidad del soporte, enmarcada por trazos aleatorios de diferente condición y superficie.

Para el artista, cada color es una expresión en sí misma, un recuerdo, una experiencia vivida, que muestra al desnudo sus obras, ya sean óleos u obra gráfica.

El color azul, representa para él su infancia, el recuerdo de las muñequillas para blanquear la ropa que confeccionaba su madre; el rojo, la almagra de la tierra de Andalucía, su tierra; el negro le apasiona, a pesar de ser un color trágico y para el artista tan familiar, ya que se lo veía cada día a su madre, de luto desde la temprana desaparición de su padre; el amarillo, los trigales, el campo, muy vinculados a sus experiencias campesinas y a sus paseos; el blanco le recuerda a su tierra, por las paredes encaladas; los malvas y violetas, frutas como el higo chumbo o la breva; el gris, los montes andaluces. Es por tanto, una entrega vital y enérgica al color, muy íntima y personal, donde no hay cabida para las sombras y donde parece compartir con el espectador cada sensación y cada vivencia acontecida.