Albert Ràfols Casamada

(Barcelona, 1923 – 2009)

A

1983

acrílico y carboncillo sobre papel

136,8 x 109 cm

Nº inv. 694

Colección BBVA España


Esta obra pertenece a uno de los mejores momentos de creación del artista, en el que consolida su personal estilo en el que el color es el protagonista absoluto.

Pintor, dibujante y pedagogo del arte, decide abandonar sus estudios de arquitectura para adentrarse en el mundo de la pintura. Gracias a una beca viaja en la década de 1950 a París, donde profundiza en el estudio de los grandes artistas de la vanguardia de la segunda mitad del siglo XX. Partiendo de una figuración poscubista, se aproxima al
y al neodadaísmo, para asumir en los años ochenta una abstracción heredera del
norteamericano, sobre todo de Mark Rothko (1903—1970). Es muy difícil realizar una lectura sintética de su obra, ya que esta responde a una idea del arte como necesidad expresiva, lo que le convierte en uno de los pintores pioneros y grandes referentes de la
 
en España.

Ejecutada en acrílico y carboncillo sobre papel, cargada de misterio y emoción, es un rectángulo de luz realizado mediante la superposición de capas de pintura azulada que disuelven las formas y nos remiten al
de sus primeras obras. Es una pintura desmaterializada en la que subyace un esquema geométrico que ordena los elementos plásticos que constituyen toda su obra: color, trazo y forma.