Jesús "Chucho" Reyes Ferreira

(Guadalajara, Jalisco, 1880 – Ciudad de México, 1977)

Niña con moños

s.f.

gouache sobre cartón

97,5 x 70,5 cm

Nº inv. CAB121

Colección BBVA México



Dos etapas se distinguen en la pletórica producción de Jesús “Chucho” Reyes Ferreira: la primera corresponde al periodo tapatío (relativo o perteneciente a Guadalajara) y se caracteriza por un dibujo pueril y adrede elíptico; la segunda abarca su obra desarrollada en la Ciudad de México, entre 1938 y 1977, época en que consolida los recursos técnicos y expresivos. En esencia, su ingenuidad y su policromía se nutren de las tradiciones populares regionales, del retrato anónimo decimonónico (en especial el género de las “niñas muertas”), de la parafernalia de las ferias ambulantes, de las tallas en madera de las iglesias provincianas y de los sencillos juguetes salidos de manos de artesanos. 

La composición es frontal, con una figura que se sitúa gallardamente en el centro de la imagen. La pincelada no se demora en detalles ni en ardides técnicos: los patrones de líneas festoneadas se prestan al vestido igual que al telón de fondo; las motas en voluta indican el moño del peinado; el trazo orondo, a veces coquetamente desaliñado, sustenta el contorno de la muñeca. En esta Niña con moños, además, la apretada combinación de rectas, círculos y espirales recuerda el alfabeto de formas mexicanas básicas que repertorió en los años veinte Adolfo Best Maugard (1891-1964) en su Método de dibujo destinado a la enseñanza en escuelas públicas, en plena época posrevolucionaria. La explosiva paleta, rosa, azul añil, morado, amarillo cadmio y ocre es típica del antojadizo barroco pueblerino.

El desparpajo de la pincelada que delata una mano entrenada, la policromía inconfundible, la desinhibida cohesión de fuentes visuales, la espontánea fusión de lo prehispánico, lo colonial y lo moderno, concilian con genuina gracia y exquisito candor las cualidades de lo popular y lo artesanal, y con ello superan los prejuicios que refrenan el placer estético y constriñen los valores canónicos del arte plástico.