Aurelio Arteta y Errasti

(Bilbao, 1879 – Ciudad de México, 1940)

Boceto para Pescadores de Bermeo

h. 1937-1940

acuarela y lápiz sobre papel

45 x 48 cm

Nº inv. P00015

Colección BBVA España



Reconocido por ser uno de los más destacados artistas que protagonizaron la renovación pictórica en el País Vasco de principios del siglo XX, Arteta ha pasado a ser considerado el pintor por excelencia de los tipos y costumbres populares del pueblo vasco. A través de esta temática, creó un concepto estético muy personal, en el que conviven
y modernidad, con el objetivo de realzar lo cotidiano en un proceso de depuración formal.

Boceto para Pescadores de Bermeo es el estudio para una de las obras cumbres de su etapa final en el exilio (1936-1940). Entre ambos existen variaciones cromáticas, y el lienzo contiene alguna escena que no aparece en este boceto, algo habitual en Arteta, a quien le gustaba realizar varios estudios sobre un tema y tomar multitud de apuntes desde distintos puntos de vista para encontrar las composiciones más satisfactorias.

Esta obra es claro testimonio del estilo de su etapa final. Podemos apreciar la base del lenguaje clásico, que asimiló durante su estancia en Italia, así como la lección aprendida del
−principalmente de Daniel Vázquez Díaz (1882-1969)− en la depuración formal, el estudio detallado de las proporciones y la composición arquitectónica. Estas características no solo se aprecian en las figuras, sino en el paisaje de fondo, mero recurso compositivo para crear profundidad, configurado a través de manchas de color imprecisas y juego de volúmenes. A su vez podemos destacar la influencia de Puvis de Chavannes (1824 -1898), presente principalmente en el tono alegórico de la representación, que se aleja del dramatismo habitual de esta temática para crear una obra de carácter armonioso y casi lírico.

La escena muestra a un conjunto de pescadores vascos, tema recurrente en su obra, pero en esta etapa se observa un importante cambio a nivel estético y morfológico. La antigua solidez y volumetría de las figuras se vuelve ligera, configurándose a base de planos simples. Las mujeres seductoras han pasado a ser estereotipadas aldeanas, cuya condición escultórica se presenta ahora de forma más liviana y estilizada. En contraposición, la figura masculina gira ligeramente su perfil, como en las representaciones egipcias, reforzando el carácter anguloso de los hombros para ganar anchura corporal.

A diferencia de su producción anterior, no le interesa individualizar a los personajes −sus rostros carecen de entidad propia−, sino captar su atemporalidad. Arteta utiliza esta despersonalización durante su exilio como un símbolo utópico-romántico, de añoranza de su pueblo y de su vida anterior; un modo de plasmar el miedo a la pérdida de identidad que puede conllevar la guerra.

Aunque este boceto no aparece fechado, teniendo en cuenta que el lienzo para el que realiza el estudio data de 1940, se puede establecer como momento de ejecución el periodo comprendido entre 1937 y 1940. No solo porque el estilo corresponde a su etapa final, sino porque muchos de los estudios que realizó para los lienzos de temática vasca que pintaría en México durante su exilio –es el caso de Pescadores de Bermeo− fueron concebidos en Biarritz, donde Arteta estuvo en 1937, durante la Guerra Civil.