Chillida comienza a experimentar con el grabado a finales de los años cincuenta. En sus primeras obras el

Técnica indirecta de grabado calcográfico. La plancha de metal se recubre con un barniz protector, sobre el que el grabador dibuja con una punta metálica, asegurándose de que esta toca la superficie del metal sin hacer surco alguno en ella. Una vez realizado el dibujo sobre el barniz, se sumerge la lámina en una cubeta de ácido mordiente rebajado con agua -aguafuerte- que tiene la capacidad de atacar el metal y disolverlo en aquellas zonas en que se ha hecho desaparecer el barniz. Una vez abiertas la totalidad de las tallas, se limpia el barniz sobrante con un trapo mojado en alcohol, quedando la lámina en condiciones de ser estampada.
invade el papel: “En una línea el mundo se une, con una línea el mundo se divide, dibujar es hermoso y tremendo”. A finales de los sesenta ya comienza a introducir aguatintas, que crean manchas densas que nos remiten a su escultura.
Tanto el grabado como la escultura son para Chillida un medio para el estudio de la luz, del contraste, de lo oscuro y de lo claro, del vacío y de lo lleno. La poética de los opuestos es una constante en su obra.
En esta litografía editada por Maeght en París, a diferencia de las obras gráficas que realizará a finales de la década de los sesenta, prescinde de la dualidad blanco-negro tan característica de sus trabajos y parece recrear, mediante el color y la luz, una textura rugosa como si de una escultura se tratase. Está muy presente la reflexión espacial, concibiendo las manchas como retales de papel superpuestos en lo que simula un

Técnica pictórica que consiste en pegar, sobre una tela, papel u otra superficie, otros materiales, como fotografías, madera, piel, periódicos, revistas u objetos diversos. El
collage artístico gana protagonismo a principios del siglo XX gracias a los pintores cubistas, y su uso se extiende hasta el día de hoy, incorporándose a todos los lenguajes artísticos.
de piezas irregulares.