Carmelo Ortiz de Elgea

(Vitoria, 1944)

Personajes II

1972

Personajes

serigrafía sobre papel (25/50)

59,9 x 79,8 cm

Nº inv. P01245

Colección BBVA España



A lo largo de su carrera Carmelo Ortiz de Elgea ha llevado a cabo una auténtica renovación del género del paisaje en el País Vasco.

Su pasión por el arte surge e edad muy temprana, y con solo once años comienza su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria. Tras este primer periodo formativo se traslada a Madrid, donde entra en contacto con las corrientes más vanguardistas que se estaban desarrollando en ese momento. Las experiencias que vive durante estos años marcan definitivamente su vida y su trabajo, que irá evolucionando paulatinamente hacia un lenguaje abstracto muy particular, siempre con la naturaleza como fuente principal de inspiración. En sus composiciones tendrá un papel fundamental el paisaje vasco, que Ortiz de Elgea reinterpretará de forma muy personal.

Su proceso creativo se basa en un diálogo directo con el lienzo, en el que no hay bocetos intermedios. El artista concibe el acto de crear como un proceso automático en el que prevalece la libertad creadora y en el que, partiendo de la naturaleza, el propio cuadro le va guiando.

A lo largo de los años sesenta su trabajo evoluciona desde paisajes todavía figurativos hacia obras más matéricas e informalistas que comienzan a vaticinar el cambio que sufrirá su pintura en los años ochenta. A finales de los sesenta y durante la primera mitad de los setenta su obra asimila ciertos elementos de la estética pop e introduce al ser humano en sus composiciones, siempre con la naturaleza como escenario principal. Durante este periodo sus pinturas muestran unos colores vibrantes y potentes que desprenden una intensa energía.

Esta
de la Colección BBVA, realizada en 1972, es buena muestra del trabajo de este periodo en el que el artista introduce la figura humana en sus obras y la convierte en la verdadera protagonista de las composiciones. Esta
pertenece a una serie de cinco que el pintor reunió bajo el título Personajes y manifiesta su interés por la figura humana y su relación con el entorno. En Personajes II, una figura deshumanizada, con apariencia de maniquí, deambula por un paisaje que ha sido reducido a color. La escena recrea un universo complejo, fantástico y surrealista, que recuerda a pinturas fundamentales en la trayectoria del artista, como Mural, de 1971. A pesar de la importante presencia que adquiere la figura, Ortiz de Elgea la introduce de forma sutil y equilibrada en la composición, creando, a través de las formas y el color, una continuidad espacial con el fondo, cuya paulatina simplificación geométrica vaticina las obras abstractas que realizará en los años siguientes.

Las obras de la serie Personajes están estampadas en papel Velin Rives y fueron expuestas en 1972 en la muestra colectiva Baragaña, Basterrechea, Ortiz de Elguea, Ruiz Balerdi, Yraola, Zumeta. Obra gráfica, celebrada en la Galería Mikeldi de Bilbao. Al igual que ocurre en Personajes II, las cinco serigrafías que componen la serie muestran figuras con la misma apariencia fantasmagórica, que vagan por un vibrante fondo construido mediante planchas de color puro. A través de la experimentación con el color y la forma, el artista propone una renovada visión de la realidad y del paisaje vasco, cuyas formas, como ya se adelanta en esta composición, evolucionarán con el tiempo hacia una
estructurada esencialmente a base de grandes masas de color.

Desde los años ochenta hasta la actualidad su obra se va abriendo paso hacia la abstracción más pura y sus paisajes van simplificando y fusionando sus elementos hasta convertirse en una suerte de amalgama geográfica construida a base de formas, materia y color.

El género del paisaje, de gran enraizamiento en la tradición de la pintura alavesa, cobra una nueva dimensión en las manos de Ortiz de Elgea, que consigue dotarle de un nuevo sentido conceptual y plástico, alejado de todos los convencionalismos imperantes hasta el momento.