Eduardo Chillida Juantegui

(San Sebastián, 1924 – 2002)

Inguru IV

1968

grabado (aguafuerte y chine collé) sobre papel

63,7 x 89,5 cm

Nº inv. P01763

Colección BBVA España



Eduardo Chillida es uno de los protagonistas de la renovación del arte español del siglo XX. A lo largo de su trayectoria investiga en torno a los conceptos de materia, vacío y luz desde un lenguaje abstracto, creando un conjunto de piezas en las que ideas aparentemente opuestas conviven en perfecta armonía. 

Dentro de su producción, además de la escultura, la gráfica adquiere un peso fundamental, ya que le permite explorar en dos dimensiones las reflexiones desarrolladas tridimensionalmente. De este modo, a finales de los años cincuenta comienza a experimentar con las técnicas del grabado, jugando con conceptos contrapuestos como luz y sombra, forma y fondo, línea y plano. Dicho proceso se puede observar en esta obra, en la que una serie de gruesas líneas en negro, al colocarse unas cerca de las otras, dibujan entre sí líneas blancas, formando un conjunto sólido y de fuerte presencia en el papel generando un intenso contraste cromático. Alejándose cada vez más de sus primeros grabados más lineales, el plano será cada vez más patente, hasta cubrir en gran medida la superficie de la huella.

En cuanto a la técnica, en este caso emplea, aparte del  
, el procedimiento del  
, que le permite crear una suave diferencia de tono. Además, al grabar sobre el papel de origen vegetal superpuesto a otro de mayor gramaje, aumenta la calidad de la estampación.

En el trabajo de Chillida tiene gran importancia la cultura vasca, como él mismo ha manifestado: “Yo estoy enraizado aquí, produzco aquí mi obra y ella no me pertenece”; “la siento con el deseo de que sea más cultura universal cada día, pero desde nuestras raíces”. Sus raíces vascas se plasman también en los títulos de sus creaciones, en su mayoría palabras en euskera, como en este caso, Inguru que hace alusión a conceptos como “giro” y “alrededor”, que tienen mucho que ver con su mirada de escultor, mirada que conoce y a la vez descubre la pieza al concebirla desde todos sus puntos de vista.