Nos encontramos ante un soberbio ejemplo de la obra de Francisco Farreras, que desarrolla su trabajo en la línea de una abstracción absolutamente personal.
El proceso creativo de Farreras discurre en el diálogo con la obra y sin bocetos previos. Para el artista, la creación no supone imitar la realidad exterior, sino revelar la imagen del mundo que duerme en su subconsciente. En este acto de revelar su propia imagen del mundo, y a medida que avanza en su trayectoria, las herramientas tradicionales del pintor son sustituidas por papel, cartón, tela y madera.
En los años setenta, tras fijar su residencia en Madrid en 1971, su obra alcanzará la madurez. Se plasmará en ella la experiencia adquirida en sus múltiples viajes, entre ellos dos estancias en París en los cincuenta y otra en Nueva York a mediados de los sesenta, que le proporcionarán la oportunidad de conocer la vanguardia internacional, el

junto con
art informel (arte informal o informalismo), son los términos que el crítico francés Michael Tapié utilizó para denominar el arte abstracto no geométrico que se comenzó a gestar en la Francia de los años cincuenta y cuyo desarrollo es paralelo al del

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
norteamericano. Se caracteriza por la espontaneidad en el gesto, el empleo de la materia, el automatismo y la inexistencia de ideas preconcebidas.
y el

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
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A mediados de la década irá abandonando de manera paulatina la planimetría de sus
collages para pasar al volumen de sus “
coudrages”, evolución que podemos observar claramente a través de las obras de la Colección BBVA: desde los años cincuenta −época de sus primeros
collages de línea más informalista, con papel de seda sobre fondo oscuro−, pasando por los setenta −con obras más luminosas y de complejas texturas de papel, cola y cartón−, y desembocando en los “coudrages”, como es el caso de la presente obra, de 1986, donde la textura se serena para ceder el protagonismo a la tridimensionalidad. Esta etapa supone un punto de inflexión en su trayectoria, coincidente con la realización, en 1984, de un gran mural-

Técnica pictórica que consiste en pegar, sobre una tela, papel u otra superficie, otros materiales, como fotografías, madera, piel, periódicos, revistas u objetos diversos. El
collage artístico gana protagonismo a principios del siglo XX gracias a los pintores cubistas, y su uso se extiende hasta el día de hoy, incorporándose a todos los lenguajes artísticos.
para el aeropuerto de Madrid.
En esta obra los planos se construyen con fragmentos de lienzo cosidos entre sí; las puntadas sobre el tejido sustituyen a la línea. El cartón asoma bajo el lienzo en la franja inferior, añadiendo texturas a la pieza. El conjunto permanece así entre la imperfección y el equilibrio, logrando que ambos sean una sola cosa.