Antonio Tenreiro Brochón

(La Coruña, 1923 – 2006)

Marina minio

1964

óleo sobre táblex

31,7 x 50,3 cm

Nº inv. 1384

Colección BBVA España


En los años cincuenta, sus colores se van haciendo más fríos y sus composiciones más sobrias, la luz se reduce y las formas se vuelven angulosas, en un preludio de lo que será su época negra. El regreso a su ciudad natal le sume en una depresión que se verá plasmada en su pintura.

Su introversión le induce a buscar la raíz de lo que le rodea —la naturaleza, el color, la luz, la atmósfera—, a reflexionar sobre su arte y su propia existencia como persona. Busca nuevos signos de identidad, un nuevo lenguaje plástico que le lleva a romper con el color y acercarse al negro, a abandonar el paisaje amable para buscar el poder de la naturaleza, su fuerza, la tormenta, el cielo y el mar enfurecidos.

Descubre los negros y los tierra como base de sus gamas. Su pincelada se vuelve gruesa, plana, amplia, volumétrica. El espacio se tiñe de tragedia y drama; la ausencia de personajes da paso al vacío. Es esta la mejor época de su creación, aquella en la que su obra adquiere mayor calidad. Desde 1958 hasta 1964 su arte se mueve en estos cauces, de manera más contundente de 1960 a 1962. En estos años la crítica ensalza su pintura y los elogios son unánimes. Sin embargo, pronto necesita nuevos retos. Su depresión quedó lejos y añora ese color abandonado por la dureza ética que se había autoimpuesto. Quiere reencontrarse con la luz, que ahora inunda sus interiores, sus bodegones y hasta sus retratos.

En sus temas —paisajes, marinas, bodegones, interiores, playas— hay poesía y una visión muy personal de la realidad, un mundo propio. Sus espacios vacíos respiran soledad y sus cielos son temperamentales, muy personales, una parte fundamental de sus composiciones.