Francisco Lozano

(Antella, Valencia 1912 — 2000)

Paisaje

1962

óleo sobre lienzo

73,1 x 92 cm

Nº inv. 1683

Colección BBVA España


El paisaje es el único protagonista en las obras de Francisco Lozano. Su arte, al igual que el de Genaro Lahuerta, conforma lo que se conoce como “mirada creadora”, que supone una nueva manera de representar el paisaje dejando de lado lo superfluo, sin complementos ni distracciones, sin luces ni reflejos; simplemente el paisaje en su estado más puro y natural.

Continuador de la escuela paisajista levantina, sus primeras obras tendrán influencia de maestros valencianos como Pinazo y Muñoz Degraín. Conocedor de las vanguardias, en especial del
y el
norteamericano, aporta a sus obras ese gusto por la luz levantina y el color mediterráneo.

Lozano realiza pinturas pastosas, con mucha carga matérica, creando superficies ásperas y arenosas. La pincelada es agresiva, nerviosa y expresiva, al mismo tiempo que meditada y estructurada, dentro de una paleta de colores generalmente terrosos. Son importantes los espacios vacíos de pintura, en los que deja ver el lienzo, que se convierte en un complemento del color y sustituye a la pintura para colorear partes del paisaje.

A mediados de los sesenta comienza a desarrollar lo que el propio Lozano denominó "expresionismo fauvista mediterráneo". Los paisajes de Lozano siguen unas mismas directrices: son representaciones de primeros planos, muy cercanos al espectador. Líneas de horizonte muy altas, en las que el cielo azulado solo sirve para marcar el límite del paisaje, pero sin quitarle protagonismo en modo alguno. En este caso, se trata de un paisaje inanimado, no hay presencia de vida en él salvo la vegetación, es simplemente la naturaleza, sin nada que la entorpezca. Es tal el grado de pureza que la luz invade el cuadro entero, haciendo desaparecer todo rastro de sombras.