Valerio Adami

(Bolonia, 1935)

Entre père et fifre

1983

acrílico sobre lienzo

198 x 147 cm

Nº inv. 2501

Colección BBVA España



Extraordinaria obra de este pintor italiano de fama mundial, y uno de los pocos ejemplos que podemos encontrar en colecciones españolas.

A partir de la década de los años sesenta Valerio Adami abandona el expresionismo, su estilo inicial, e influenciado por la obra de su amigo el pintor Roberto Matta (1911-2002), las tiras de cómic y el idioma elemental de los medios de comunicación de masas, comienza a dibujar personajes y objetos de la vida moderna a los que saca fuera de su contexto, representándolos mediante fragmentaciones, supresiones, mezclas, contrastes y analogías. Como la mayoría de los artistas pop, se aproxima a los principales episodios de la cultura moderna de manera inquisitiva.

Es interesante observar cómo libera esa imagen cotidiana de su banalidad y la reestructura radicalmente cargándola de nuevos significados. La figura humana queda reducida a la condición de objeto representado sobre un fondo, perdiendo todo su valor autónomo. En esta composición incluye en primer término una referencia a El pífano, que Edouard Manet (1832-1883) pintó en 1866, y cuya presencia resulta evidente a través de sus partes más significativas.

A primera vista, este lienzo revela una rígida compartimentación espacial conseguida mediante la unión del dibujo —líneas gruesas y uniformes de color negro con las que define y estructura el espacio compositivo de modo riguroso y preciso— y el color —aplicado en toda su pureza y en su grado máximo de intensidad— con el fin de crear una atmósfera plástica aséptica e impersonal.

Sobre esto último escribe el pintor: “Yo utilizo el color como elemento plástico, y no como elemento del tejido emotivo. Pero es imposible hablar de ausencia de emotividad en todo lo que concierne al trabajo de un pintor. (…) Es también cierto, sin embargo, que impersonal es la palabra que mejor define mi obra… Pienso que la emotividad nace de la relación entre el espectador y mi cuadro, mucho más que la restitución de mi emotividad en la imagen representada. Creo que la pintura debe representar los valores universales de lo objetivo, más bien que una serie de simbologías personales”.