Eduardo Arroyo

(Madrid, 1937-2018)

Toute la ville en parle

1983

óleo sobre lienzo

150 x 150 cm

Nº inv. 2519

Colección BBVA España


Tras finalizar la carrera de periodismo (1957) se traslada a París con la idea de escribir, pero pronto la pintura prevalece sobre su dedicación literaria, que sin embargo sigue siendo fundamental en su trayectoria. Su pintura figurativa, de tono cáustico y sarcástico, le aproxima al
, debido en parte a la utilización de colores vivos, de pincelada plana, en los que la profundidad está ausente. Su actitud crítica frente a las dictaduras le lleva a ridiculizar y reinterpretar los tópicos españoles, lo que le valdrá la persecución del régimen franquista. Aunque regresó a España tras la muerte de Franco, no recibió el merecido reconocimiento oficial a su obra hasta 1982, fecha en la que se le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas.

Su experiencia como refugiado político (1973-75) le movió a realizar series dedicadas a personajes que sufrieron el exilio o la represión, entre ellos una de cuadros-homenaje a poetas muertos, como es el caso de Federico García Lorca, de la que hay un ejemplo en la Colección BBVA. Cabe también destacar en su producción pictórica un planteamiento compositivo muy escenográfico —algo que se observa claramente en Toute la ville en parle y La Nuit espagnole—, mundo en el que se inicia en la transición de los sesenta a los setenta gracias al encargo del director escénico Klaus Michael Grüber. La pasión que le despierta esta disciplina le lleva a repetir en muchas ocasiones la experiencia, e incluso a escribir una obra dramática.

Toute la ville en parle es una de las series más representativas de la obra de Arroyo. Realizada en los años ochenta, utiliza como referente la película del director estadounidense John Ford, The Whole Town’s Talking (1935), un ejemplo de cómo Arroyo recurre al cine negro y a la iconografía urbana nocturna para desarrollar su peculiar mundo personal. Con eficacia magistral ilumina esa escena del crimen en la que también están presentes los testigos animados e inanimados que se ocultan entre las sombras o que se muestran a la hiriente luz del escaparate, y el asesino que huye.

Como artista moderno homenajea al espacio urbano, escenario de esa modernidad, mostrando una ciudad desnuda, nocturna, cuya leyenda urbana alimenta. Como si de fotogramas se tratase, la obra se desarrolla entre las luces de las farolas o los escaparates, las sombras que proyectan sobre la escena y los elementos que lo pueblan. De esta obra presente en la Colección BBVA realizó también en 1983 un dibujo preparatorio en el que solo existe una ligera diferencia en el número de sombreros y tocados que pueblan el escaparate. También realizó una serie de serigrafías en las que muestra distintos elementos de ese mundo nocturno.

Desde el punto de vista pictórico, las pinturas de esta serie, que muestran una progresiva complejidad y un mayor refinamiento, son composiciones de estructura sencilla, casi geométrica. Ha de destacarse lo estudiado de la escena, que remite a su experiencia como escenógrafo. En esos “escenarios” inserta figuras de diseño apuradamente sintético, en las que se combina la eficacia icónica con soterrados matices cromáticos y de textura.