Luis Gordillo

(Sevilla, 1934)

Cerebro líquido

1985

acrílico sobre lienzo

106,5 x 225,5 cm

Nº inv. 2551

Colección BBVA España



Referente para la vanguardia española, la producción de Luis Gordillo en los ochenta ya ha alcanzado la madurez en su iconografía y su pintura. En su obra es visible la influencia primera del surrealismo y el psicoanálisis (al que se someterá en diversos periodos de su vida), la ironía de artistas como Francis Picabia (1879-1953), el
… La inclusión de elementos relacionados con la cultura de masas (con un matiz muy personal) o los motivos biológicos y tecnológicos son claves para acercarse a su universo creativo.

En su iconografía tiene un especial peso la década de los setenta, en la que una crisis personal le lleva a utilizar el dibujo automático, que consiste en realizar trazos sobre el papel de manera mecánica, sin control, mientras se ejecuta alguna otra tarea, como por ejemplo hablar por teléfono. Estos “dibujos del teléfono”, como él mismo los denominó, los introduce más tarde en sus cuadros, que presenta al público en 1971 en una exposición que tuvo una gran repercusión en la
. Esta manera de dibujar influye en el proceso creativo de sus obras, que nacen de la expresión libre y desordenada para luego trasladarse al lienzo mediante sucesivas capas de pintura en colores por lo general planos.

En esta obra sigue estando presente el automatismo, que convive con las formas orgánicas, esas estructuras meándricas que irán poblando su universo pictórico. No está presente el hórror vacui tan común en sus composiciones. Un espacio blanco, casi vacío, invade el lienzo central del tríptico, acentuando la idea de fluidez del pensamiento que se desprende del título, esa inconsistencia de un elemento líquido que se expande para tomar cuerpo en ese personaje sólido.

En esta paleta de gama fría, poblada de esos azules, verdes y rosas tan característicos del artista, comienzan a abrirse paso los grises que invadirán poco a poco sus cuadros.