Obra de gran calidad artística, su autor utiliza un lenguaje pictórico muy personal poblado de referencias muy reconocibles, para reflexionar sobre el mundo que nos rodea.
Magistral inventor de edificios y espacios arquitectónicos, sus lienzos se caracterizan por una técnica depurada y por irradiar un cierto desasosiego que invita al espectador a la meditación.
Partiendo de un realismo casi mágico, Ángel Orcajo pertenece a esa generación de pintores que, ante la crisis del

Término acuñado por el crítico francés Michel Tapié para denominar al movimiento artístico que abarca todas las tendencias abstractas y gestuales que se desarrollaron en Europa a finales de los años cuarenta, en paralelo al

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
estadounidense. Se caracteriza por la utilización de un lenguaje no figurativo, en el que los materiales desempeñan un papel muy importante. En España, el informalismo alcanzó un enorme auge en la década de los cincuenta; a él se adscribe una generación de artistas cuyos lenguajes se sitúan entre el informalismo europeo y el

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
americano. Entre ellos se encuentran Antoni Tàpies (1923-2012), Josep Guinovart (1927-2007), August Puig (1929-1999), Antonio Saura (1930-1998), Manolo Millares (1926-1972) y Rafael Canogar (1935).
, se decantaron por una alternativa figurativa inspirada por lo general en el pop británico. El paisaje urbano se convirtió en base temática de su obra; grandes urbes que adquieren en sus cuadros una atmósfera desoladora e inquietante. Un espacio de cierto carácter metafísico en el que se dosifica magistralmente la geometría y el desasosiego.
En la década de los ochenta sus composiciones, de intenso cromatismo y de complejidad espacial -un estallido de formas y colores-, adquieren un dinamismo más marcado y evidente. La presencia de los rascacielos, símbolo de una racionalidad esgrimida ostentosamente, no responde a la exaltación de esta fórmula arquitectónica sino que remite a la incapacidad del individuo de liberarse del funcionalismo tecnológico.
Escenario último (1987) nos habla del impacto que le causó su encuentro con Manhattan. Representa ese sentido metafísico de su pintura que le permite expresar las contradicciones que surgen entre la ciudad y el hombre, al que excluye de sus composiciones. Un espacio arquitectónico que se convierte en el único elemento que utiliza para plasmar ese mundo en continuo movimiento.