View Menu
Colección
Favoritos
eng
esp
Colección BBVA España
Artistas
Todas las obras
Obras destacadas
Colecciones BBVA en el mundo
Colección BBVA México
Artistas
Todas las obras
Exposiciones
Exposiciones
Actuales
Pasadas
Realidad virtual
La Colección Viaja
Préstamos actuales
Préstamos pasados
Multimedia
Videos
Gigapixel
360º
Contenido Relacionado
Referentes Femeninos
Estudios
Itinerarios artísticos
Glosario
Colección BBVA España
Artistas
Todas las obras
Obras destacadas
Colecciones BBVA en el mundo
Colección BBVA México
Artistas
Todas las obras
Exposiciones
Exposiciones
Actuales
Pasadas
Realidad virtual
La Colección Viaja
Préstamos actuales
Préstamos pasados
Multimedia
Videos
Gigapixel
360º
Contenido Relacionado
Referentes Femeninos
Estudios
Itinerarios artísticos
Glosario
https://www.coleccionbbva.com/en/pintura/2579-battle-of-villalar/
Volver
pintura
18566
14216
https://www.coleccionbbva.com/wp-content/uploads/2017/07/2579.jpg
Manuel Picolo y López
(Murcia, 1851 – 1913)
Batalla de Villalar
h. 1887
óleo sobre lienzo
137 x 251 cm
Nº inv. 2579
Colección BBVA España
El triunfo de la pintura de historia se consolida en Francia con el
Neoclasicismo
Movimiento artístico desarrollado desde mediados del siglo XVIII hasta inicios del XIX, cuya finalidad fue reflejar los principios intelectuales de la Ilustración, basados en la renovación e interpretación de los valores de la antigüedad clásica para construir la modernidad. Surgido en Francia −donde también se denominó Clasicismo− como rechazo a la exuberancia del estilo rococó, desde allí se extendió al resto de Europa. Entre las principales características de la pintura neoclásica −cuyo máximo representante fue Jacques-Louis David (1748-1825)− cabe destacar el predominio del dibujo sobre el color, la técnica minuciosa y uniforme, el estudio de la composición siguiendo el ideal clásico y la eliminación de escenas secundarias o con fines meramente decorativos. Coincidiendo con la decadencia de Napoleón Bonaparte, el Neoclasicismo fue perdiendo adeptos en favor del
Romanticismo
Movimiento cultural que se originó en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII como reacción contra la Ilustración, dando prioridad a la exaltación de los sentimientos y a la búsqueda de la libertad. Se extendió por toda Europa, surgiendo distintas tendencias según el país donde se desarrolló. El Romanticismo pictórico vivió su mayor apogeo en Francia entre 1820 y 1850, sucediendo al Neoclasicismo. Su objetivo principal fue oponerse a las normas de la pintura académica, rompiendo con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas y apostando por una pintura más subjetiva y original. Entre sus características formales destaca el uso de fuertes contrastes lumínicos, la importancia del color sobre el dibujo y el uso de una pincelada impetuosa y espontánea, aumentando así la sensación de dramatismo de la escena. Sus máximos representantes fueron en Alemania Caspar David Friedrich (1774-1840), en Reino Unido John Constable (1776-1837) y J. M. W. Turner (1775-1851) y en Francia Théodore Géricault (1791-1824) y Eugène Delacroix (1798-1863).
.
, que, en el marco del academicismo, permite transmitir mensajes moralizantes a través de obras de gran formato inspiradas en sucesos históricos universales o en la mitología clásica. Durante la primera mitad del siglo XIX, con la llegada y apogeo del
Romanticismo
Movimiento cultural que se originó en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII como reacción contra la Ilustración, dando prioridad a la exaltación de los sentimientos y a la búsqueda de la libertad. Se extendió por toda Europa, surgiendo distintas tendencias según el país donde se desarrolló. El Romanticismo pictórico vivió su mayor apogeo en Francia entre 1820 y 1850, sucediendo al Neoclasicismo. Su objetivo principal fue oponerse a las normas de la pintura académica, rompiendo con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas y apostando por una pintura más subjetiva y original. Entre sus características formales destaca el uso de fuertes contrastes lumínicos, la importancia del color sobre el dibujo y el uso de una pincelada impetuosa y espontánea, aumentando así la sensación de dramatismo de la escena. Sus máximos representantes fueron en Alemania Caspar David Friedrich (1774-1840), en Reino Unido John Constable (1776-1837) y J. M. W. Turner (1775-1851) y en Francia Théodore Géricault (1791-1824) y Eugène Delacroix (1798-1863).
, este tipo de pintura se sigue cultivando con nuevos matices: adquieren importancia los episodios que ilustran el pasado de un país, revistiéndolos de un carácter más dramático, ideológico o incluso revolucionario.
Rápidamente, el género se extiende por toda Europa, recibiendo una excelente acogida. En España alcanza una considerable fama a mediados del siglo XIX gracias al apoyo de los poderes políticos y, principalmente, al desarrollo de la
Exposición Nacional de Bellas Artes
Exposición de arte oficial celebrada en Madrid desde la segunda mitad del siglo XIX, que marcaba las pautas del arte académico español del momento. Se estructuraba en cinco secciones: pintura, escultura, grabado, arquitectura y artes decorativas, siendo la sección de pintura el eje principal. A su vez, se otorgaban diversos premios: medallas de primera, segunda y tercera clase, y la medalla o premio de honor, también llamada mención honorífica. Fue uno de los acontecimientos artísticos más importantes a nivel nacional, convirtiéndose en medio esencial para cualquier artista que pretendiese obtener prestigio. Por su carácter conservador y academicista, se mostró poco receptiva a muchos de los movimientos emergentes, y a menudo las obras más innovadoras eran rechazadas o ubicadas en lugares secundarios (que acabaron denominándose "salas del crimen").
de Madrid, que establece las pautas del arte oficial del momento, siendo la categoría pictórica más valorada y premiada por el jurado. Este certamen, celebrado anualmente en Madrid desde 1856, se convirtió en uno de los acontecimientos culturales más relevantes a nivel nacional, y medio esencial para cualquier artista que aspirase a obtener reconocimiento.
Tal es el caso de Manuel Picolo y López, uno de los artistas murcianos más destacados del momento, que consiguió un claro prestigio gracias a su participación en los certámenes oficiales. El presente lienzo, que rememora un significativo episodio de la historia de nuestro país, fue presentado en la Exposición Nacional de 1887, obteniendo uno de los primeros reconocimientos para su autor: su nombre figuró entre los propuestos para Medalla de Tercera Clase, a los que finalmente se les concedió un Certificado de Honor. Esta distinción indica que, aunque no logró la condecoración, fue considerado digno de mención y valorado por el jurado.
La obra representa el final de la batalla de Villalar (1521), acontecimiento que supuso la victoria de Carlos I de España frente a los Comuneros de Castilla, capitaneados por Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, ejecutados posteriormente en la plaza de la localidad que hoy se denomina Villalar de los Comuneros, en la provincia de Valladolid. Cabe destacar que estas revueltas, acaecidas durante el primer tercio del siglo XVI, no habían gozado de popularidad hasta las últimas décadas del siglo XIX. El lienzo
Los Comuneros
, de Antonio Gisbert (1834-1901), realizado en 1860, inaugura el triunfo de esta temática en la Exposición Nacional, convirtiéndose en fuente de inspiración para muchos otros artistas. Esta batalla se presenta como ejemplo de la lucha contra la tiranía y como alegoría de la libertad y la dignidad; así, el movimiento comunero deja de ser un suceso aislado de Castilla para ser considerado parte de nuestra historia colectiva y de nuestro imaginario visual.
Como era frecuente a la hora de interpretar este episodio, los héroes, y protagonistas de la escena, son los rebeldes vencidos en la batalla; ubicados en el centro de la composición, se les representa presos y escoltados por las tropas reales. Por la crónica recogida en
La Ilustración Española y Americana
el 30 de julio de 1887 –que, a propósito de su participación en la Exposición Nacional, describe la obra y la reproduce en un grabado− sabemos que, en primer lugar, aparece Juan Bravo, orgulloso y consciente de haber cumplido un gran deber, desafiando a los soldados con su mirada; tras él vemos a Juan de Padilla, con la frente vendada, triste y sombrío, con la amargura de la derrota plasmada en el rostro; detrás, Francisco Maldonado, con gesto de resignación y preocupación.
Desde un punto de vista formal, el lienzo reúne las características propias de la pintura de historia decimonónica bajo las normas del academicismo: precisión dibujística, dominio técnico, cuidadoso estudio de la perspectiva y formato de grandes dimensiones. A su vez, el ambiente dramático y teatral en el que se desarrolla el acontecimiento denota la influencia del espíritu romántico, alejándose de la pintura naturalista. El artista va más allá de inmortalizar un mero ejemplo de virtud, dotando de expresión a los personajes para individualizar sus rostros y mostrar su carga psicológica, dejando de lado la falta de personalización típica del
Clasicismo
Tendencia artística, literaria y musical que reivindica la búsqueda de la armonía, la simplicidad y el equilibrio en las formas, características propias de la Antiguedad Clásica. En el ámbito artístico, surge con el Renacimiento −convirtiéndose en nuevo canon estético para conseguir la perfección− y fue la tendencia dominante durante los siglos XVIII y XIX en el arte académico oficial. Con la aparición del
Romanticismo
Movimiento cultural que se originó en Alemania y Reino Unido a finales del siglo XVIII como reacción contra la Ilustración, dando prioridad a la exaltación de los sentimientos y a la búsqueda de la libertad. Se extendió por toda Europa, surgiendo distintas tendencias según el país donde se desarrolló. El Romanticismo pictórico vivió su mayor apogeo en Francia entre 1820 y 1850, sucediendo al Neoclasicismo. Su objetivo principal fue oponerse a las normas de la pintura académica, rompiendo con la tradición clasicista basada en un conjunto de reglas estereotipadas y apostando por una pintura más subjetiva y original. Entre sus características formales destaca el uso de fuertes contrastes lumínicos, la importancia del color sobre el dibujo y el uso de una pincelada impetuosa y espontánea, aumentando así la sensación de dramatismo de la escena. Sus máximos representantes fueron en Alemania Caspar David Friedrich (1774-1840), en Reino Unido John Constable (1776-1837) y J. M. W. Turner (1775-1851) y en Francia Théodore Géricault (1791-1824) y Eugène Delacroix (1798-1863).
comienza su decadencia, hasta llegar a la ruptura total en el siglo XX con el nacimiento de las primeras vanguardias.
. Resaltan la tristeza dominante y la tonalidad melancólica, señal de que, lejos de ensalzar el éxito de las tropas reales, Picolo empatiza con las víctimas, elogiando su valentía a la hora de luchar por su libertad.
Obras del mismo autor
Obras relacionadas