Albert Ràfols Casamada

(Barcelona, 1923 – 2009)

Març

1985

acrílico sobre lienzo

180 x 92 cm

Nº inv. 2583

Colección BBVA España



Este lienzo pertenece a uno de los mejores momentos de creación del artista, en el que consolida su personal estilo donde el color es el protagonista absoluto.

Pintor, dibujante y pedagogo del arte, decide abandonar sus estudios de arquitectura para adentrarse en el mundo de la pintura. Gracias a una beca viaja en la década de 1950 a París, donde profundiza en el estudio de los grandes artistas de la vanguardia de la segunda mitad del siglo XX. Partiendo de una figuración poscubista, se aproxima al
y al neodadaísmo, para asumir en los años ochenta una abstracción heredera del
norteamericano, sobre todo de Mark Rothko (1903-1970). Es muy difícil realizar una lectura sintética de su obra, ya que esta responde a una idea del arte como necesidad expresiva, lo que le convierte en uno de los pintores pioneros y grandes referentes de la
en España.

Este cuadro, cargado de misterio y emoción, es un rectángulo de luz realizado mediante la superposición de capas de pintura azulada que disuelven las formas y nos remiten al
de sus primeras obras. Es una pintura desmaterializada en la que subyace un esquema geométrico que ordena los elementos plásticos que constituyen toda su obra: color, trazo y forma.