La obra de Mompó se caracteriza por buscar la expresión mínima para comunicar: “No necesité nunca, al pintar, usar materiales de arenas, maderas, collages, gruesos de color, etc… A mí me iba más decir las cosas con lo mínimo...”. En
Huellas en la playa la reducción de elementos es máxima: dos planos de color y leves signos de colores que orlan el borde de la playa.
Su pintura de los años setenta abandona poco a poco la acuciante necesidad narrativa de sus obras anteriores –en la década precedente complementadas por palabras, entrelazándose en ellas pintura y poesía− para buscar una obra más espontánea, que le permita transmitir sensaciones y ambientes. Esta evolución se produce en un momento en el que viaja a California con el fin de ejecutar un conjunto de obras para una exposición en la galería Ruth S. Schaffer. Allí entra en contacto con el

Movimiento pictórico contemporáneo dentro de la abstracción que surgió en los años cuarenta en Estados Unidos y se difundió posteriormente a nivel internacional. Partiendo de las premisas y postulados surrealistas, los artistas expresionistas consideraban el acto de pintar como una actividad espontánea e inconsciente; una acción corporal dinámica en la que se eliminaba cualquier tipo de planificación previa. Las obras enmarcadas dentro de este movimiento se caracterizan por el uso de colores primarios puros y vibrantes, que desprenden una profunda libertad. Entre sus principales impulsores se encuentran Arshile Gorky (1904-1948) o Hans Hoffman (1880-1966). En el panorama español, cabe destacar a Esteban Vicente (1903-2001) y José Guerrero (1914-1991), quienes, gracias a su estancia en Nueva York, estuvieron en contacto con las diversas iniciativas artísticas que se estaban desarrollando allí.
americano y con el pensamiento oriental, que, en palabras del propio artista, le aportará “una visión nueva hacia lo espontáneo y creativo”.
En 1974 se traslada a vivir a Palma de Mallorca, volviendo al Mediterráneo que le había cautivado en sus veranos en Ibiza en los años sesenta. Producto de este conjunto de experiencias son obras como
Huellas en la playa, en la que la delicadeza de los breves signos de color remite a una experiencia muy personal del mar y de la arena, que a su vez transmite la armonía con el medio que siente el artista.