Esta obra es un magnífico ejemplo de la primera época de este pintor leonés dedicado casi exclusivamente a la pintura de paisaje.
Inició su formación en la Facultad de Bellas Artes de Madrid, aunque fue su estancia en la Academia de España en Roma la que determinó su estilo. Evolucionó entonces hacia un análisis conceptual del tiempo que plasmó a través de series, convirtiéndose en el más inusual de los artistas figurativos del momento.
También son importantes sus retratos, que ejecuta del natural, generalmente en sesiones únicas, interesándole la belleza de lo imprevisto que implica pintar

 alla prima 

Término italiano que significa “a la primera” y se utiliza para referirse a la técnica pictórica en la que, en lugar de distribuir los colores capa sobre capa, la pintura se aplica en una única sesión y de manera directa, mientras todavía está fresca. Este método requiere destreza y seguridad, ya que es la pincelada la que configura la composición, modela las figuras y distribuye luces y sombras, sin realizar ningún dibujo preparatorio.

.
Este lienzo corresponde a sus primeros años de creación, cuando, debido a sus raíces paternas, centró su atención en los paisajes cántabros. Sus vistas no reflejan lugares concretos, rincones idílicos o bucólicos, sino que son panorámicas intrascendentes y prosaicas en las que pinta carreteras, fábricas o postes de luz. A juzgar por la elección del enfoque no parece transmitir entusiasmo. Sin embargo la pureza del dibujo, el realismo y la suavidad de la luz confieren al lienzo una serenidad no exenta de melancolía.