Antonio Saura

(Huesca, 1930 - Cuenca, 1998)

Dora Maar 15.5.83

1983

óleo sobre lienzo

130 x 96,8 cm

Nº inv. 2726

Colección BBVA España



Antonio Saura inicia su andadura artística en el campo del surrealismo con un conjunto de paisajes oníricos en los que se atisba la influencia estética de Yves Tanguy (1900-1955) y la impronta de las formas orgánicas de Jean Arp (1886-1966). Tras su establecimiento en la capital francesa en 1967, su trabajo deriva pronto hacia la abstracción y hacia un riguroso
con claro predominio del blanco y negro. Con el tiempo, las líneas informalistas dan paso a  una potente figuración expresionista, marcada por un carácter espontáneo, dinámico y arriesgado.

Dentro de su producción adquiere una especial relevancia el género del retrato, fundamental en la tradición artística española. Desde una perspectiva muy particular, a lo largo de su trayectoria Saura acomete distintas series en las que la fisonomía de los representados se diluye, reduciéndose a violentas pinceladas. Estos perfiles deformados contrastan con el fondo neutro, acentuando la ferocidad de la imagen, tal y como muestra esta imponente tela, integrada en uno de los conjuntos más célebres del autor, dedicado a Dora Maar (1907-1997).

El lienzo pertenece a una serie que Antonio Saura aborda a partir 1983, respondiendo a la invitación que la directora del Musée Picasso de Antibes hizo a trece artistas a presentar una obra homenaje al maestro en la exposición Bonjour Monsieur Picasso, que conmemoraba el décimo aniversario de su muerte. Para este proyecto tomó como fuente de inspiración la obra Femme au chapeau bleu 3.10.39, un retrato que el pintor malagueño había realizado de la pintora, fotógrafa y escultora Henriette Theodora Markovitch, más conocida como Dora Maar. El delicado cuadro de Picasso produjo un fuerte impacto en Saura, que describía de este modo la pieza: “Lo memoricé para siempre y lo puedo dibujar a ciegas. Sé perfectamente cómo es el sombrero, cómo es la nariz, prolongada como una trompa de elefante, cómo es ese ojo desorbitado, cómo es ese cuello abultado y cómo es esa especie de  
 pequeña sobre el cuerpo negro redondeado”. 

Como evidencia esta composición, el autor recrea libremente el modelo, disolviéndolo en el anonimato mediante pinceladas muy enérgicas, gestuales, y gruesos trazos, casi garabatos; con una paleta de negros, grises, sienas y blancos  que nos remiten al trasfondo antropológico español de lo monstruoso, derivado de la pintura barroca y de Goya.

Aunque la serie se prolongó con posterioridad, los primeros cuadros ejecutados con motivo de Bonjour Monsieur Picasso los realizó entre el 25 de abril y el 25 de mayo de 1983 y fueron expuestos en la Galería Stadler de París durante el mes de julio de ese mismo año.