Salvador Victoria

(Rubielos de Mora, Teruel, 1928 – Alcalá de Henares, Madrid, 1994)

Sin título

1971

óleo sobre lienzo encolado a madera contrachapada

92,20 x 73,1 cm

Nº inv. 2840

Colección BBVA España



Salvador Victoria se inicia en la pintura con un conjunto de obras figurativas en las que se percibe un cierto eco geométrico. En 1956 viaja a París, quedando fascinado por el palpitante ambiente cultural de la capital francesa, en el que participa activamente. Allí entra en contacto con las corrientes de vanguardia, interesándose especialmente por el
y su gusto por lo matérico y el color. Comienza a incorporar a su trabajo los principios de este movimiento, que reinterpreta en sus obras de forma muy personal.

Durante estos años en París, Victoria visita numerosas exposiciones y amplía su conocimiento artístico con la lectura de textos teóricos fundamentales, entre los que destacan Punto y línea sobre el plano y De lo espiritual en el arte, de Vasily Kandinsky (1866-1944). Las reflexiones de Kandinsky sobre las formas geométricas, y en especial sobre el círculo, marcarán conceptualmente el futuro trabajo de Victoria.

A su regreso a Madrid en 1965, Salvador Victoria empieza a alejarse del
. Comienza a sustituir el temple por el óleo, y realiza una serie de collages de lienzo recortado con trazo curvilíneo que serán denominados relieves poéticos. Progresivamente abandona el
, utilizando solo el óleo y la tabla para configurar un cosmos volumétrico de esferas, conos y pirámides.

En la década de los setenta, sus composiciones se desprenden por completo de los últimos elementos informalistas, tornándose más hieráticas y rotundas. Estas nuevas formas que empiezan a desarrollarse se mantendrán en su trabajo hasta el momento de su fallecimiento. El propio artista definirá su pintura en los siguientes términos: dentro de un abstracto expresionista, atraído por la materia y los signos (…) apoyándome en el color (…), una claridad expresiva más diáfana y profunda. Como se observa en esta delicada pieza de la Colección BBVA, la gestualidad expresionista da paso a una incipiente geometrización, que el artista denomina geometría simétrica. La obra vaticina la solución que muestran un conjunto de pinturas en las que Victoria trabaja durante los años setenta y en las que combina la forma del círculo con las llamadas cintas, bandas de color que recorren horizontalmente el lienzo, contrarrestando la contundencia formal de la circunferencia.

El círculo se convierte, desde finales de los años sesenta, en una constante en su obra, generando en cada composición una suerte de cosmos que irradia una potente energía. En ocasiones, tal y como se observa en esta pieza, el círculo se genera a partir de superposiciones de líneas en el espacio, mientras que otras veces emerge como un sol en el horizonte. La línea curva adquiere relevancia. En la sucesión de curvas parece configurarse un vacío que a su vez genera espacialidad.

Esta obra de la Colección BBVA aúna los elementos formales que definen el trabajo de Salvador Victoria con su visión absolutamente poética del arte y de la pintura.