Miquel Barceló

(Mallorca, 1957)

Paysage pour aveugles sur fond vert

1989

técnica mixta sobre lienzo

200,4 x 300,5 cm

Nº inv. 4062

Colección BBVA España


En los trabajos figurativos de Barceló de finales de los setenta, de marcado carácter expresionista, era evidente la influencia de Jackson Pollock (1912-1956), el
, Joan Miró (1893-1983) o Antoni Tàpies (1923-2012). A partir de entonces su obra evoluciona hacia territorios poblados por sus reflexiones sobre la tradición pictórica, la fuerza de la naturaleza de sus paisajes africanos y apuestas más intelectuales y abstractas.

El reconocimiento nacional e internacional le llegó pronto a este gran creador, que recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1986, y el Príncipe de Asturias en 2003.

Tras su primer viaje a África Occidental de 1988, su obra cobra un nuevo sentido y es entonces cuando pinta sus cuadros blancos, serie a la que pertenece el de la Colección BBVA. El artista buscaba un nuevo camino para su pintura, y es en el desierto donde lo encuentra; en ese desierto de Mali donde instalará su taller y pasará largas temporadas. En Cuadernos de África, un delicioso diario escrito por el artista, se condensan sus experiencias vitales de doce años en ese país.

Este Paysage pour aveugles sur fond vert guarda muchas similitudes con sus correlatos sur fond rouge y sur fond jaune, realizados todos ellos en 1989.

En Barceló, el tema del espacio desértico, lleno de luz, casi trascendente, se ve magnificado por el blanco, color que ya utilizaron artistas como Kazimir Malevich (1878-1935), o los americanos Barnett Newman (1905-1970) y Robert Ryman (1930). La ausencia casi total de color en la obra pone de relieve su textura, su materia, cuyas acumulaciones reproducen físicamente un paisaje pedregoso, un “paisaje para ciegos” que induce al tacto. Una materia que logra mezclando el óleo con tierras y granos de arroz, que luego deposita generosamente sobre el lienzo.

Para la etnia dogón, una piedra representa la totalidad del universo. Quizás por ello Barceló insiste en ese paisaje grumoso, que para él se convirtió en fuente de inspiración. Un espacio que limita mediante márgenes verdes, que puede aludir a que incluso en el desierto existe la regeneración, el ciclo de la tierra que encierra en sí la esperanza.