José Manuel Ciria

(Manchester, Reino Unido, 1960)

The French Model

1994

óleo y grafito sobre lona plástica

220 x 160 cm

Nº inv. 4075

Colección BBVA España


La materia cobra vida en las obras de José Manuel Ciria, que, fiel a la experimentación constante con los materiales, manipula con delicadeza cada proceso. Les deja cierta libertad de actuación pero vigila con determinación cada uno de los efectos y movimientos que se producen.

De formación autodidacta, ya que no terminará sus estudios de arte, José Manuel Ciria es, junto a Miquel Barceló (1957), uno de los pintores españoles actuales más reconocidos internacionalmente. Su obra está dentro de un
que podríamos denominar “contenido”, ya que controla y analiza esa expresividad en todo momento y no se deja llevar por emociones ni impulsos.

Tras una primera etapa ligada a la figuración de carácter expresionista, a principios de los noventa se adentra en una abstracción sin misticismo, entre lo geométrico y lo gestual.

En abril de 1994, obtiene la beca del Colegio de España en París del Ministerio de Cultura. Será entonces cuando comience su proyecto dedicado a la memoria, que le acompañará durante toda su carrera. El tiempo y la memoria serán dos temas recurrentes en su creación artística. Sus recuerdos se tornan imágenes, que a su vez forman parte de la memoria.

Así, el artista se plantea la relación arte-tiempo y la oportunidad de desarrollar nuevos procesos químicos evolutivos en los materiales. Contempla y estudia dicho proceso y lo traslada a la representación artística.

De este análisis conceptual surge su serie Mnemosyne, que simultaneará con otros pequeños ensayos, como Encuentros naturales o El uso de la palabra. A esta última serie, desarrollada ya en Madrid tras su regreso de París, pertenece The French Model (1994).

El soporte más utilizado por Ciria será el plástico de gramaje medio, que para el artista supone “la transparencia de lo huidizo, como los recuerdos más lejanos que, progresivamente, van tornándose más y más opacos”.

En esta obra, hace uso de su característica cuadrícula, presente en la mayoría de sus pinturas de esta etapa, una retícula negra que sirve para estructurar la composición. La desplaza hacia el fondo y la presenta borrosa, con el fin de no quitar protagonismo a la mancha principal que se expande desde el lateral de forma dinámicamente descendente. Es una mancha totalmente controlada, que puede recordar el surco de agua que deja en una superficie plana un vaso mojado. Una marca que pretende expandirse, pero a la que algo se lo impide. Aparentemente sin límites, la mancha es semitransparente, el color se va abriendo paso, como aceite sobre agua.

Logra estos efectos mediante la utilización del óleo sobre un soporte plástico, una materia grasa sobre un material poco absorbente. Al mismo tiempo las irregularidades del soporte, sus costuras y manchas, le sirven como estímulo visual.

Con una paleta de colores reducida, The French Model es una muestra a medio camino entre la figuración y la abstracción. Ciria imagina una modelo francesa representada a través de la mancha. No hay presencia figurativa ni realista en las formas pero sí en el título y el significado de la obra. Se puede decir que crea sus propias figuras partiendo de elementos abstractos.

Para Ciria cada obra tiene un alma, cada obra supone una sorpresa. Su arte no es una representación de su estado de ánimo; él piensa en la forma y el color viene después, aparece como respuesta a la demanda de cada composición. Por ello es capaz de crear obras calladas, sutiles y elegantes, como The French Model, y también obras explosivas de colores suntuosos, como las que hace actualmente.