La obra de este artista checo, nacionalizado alemán, no se circunscribe a un solo estilo artístico, sino que desarrolla un lenguaje rico y polifacético en el que juega con distintas técnicas y materias, configurando un expresivo mundo de imágenes. El uso de esa gran variedad de facturas justifica su pericia como artista y su constante interés por mantener una firme voluntad narrativa.
 
Entre sus originales creaciones, hacia 1989 comienza a proyectar imágenes en la tela del lienzo valiéndose del hollín que produce una vela encendida. Girasoles verticales forma parte de ese conjunto de obras en las que el artista dota a la superficie del lienzo de ese inusual acabado en el que los contornos se distorsionan, permitiendo al espectador que lo contempla optar entre múltiples interpretaciones.
 
La obra parece emular el negativo de una fotografía en la que los girasoles concentran la carga lumínica, como si estuvieran velados, haciendo énfasis en la simplicidad compositiva y en la sencillez formal.