La obra de Gerardo Rueda dista de ser algo frío y cerebral. El propio artista ha manifiestado su propósito: “Quiero hacer una pintura tan rigurosa como sensible”. En piezas como esta el pintor madrileño se centra en lo que considera esencial −forma, volumen y color−, eliminando todo lo superfluo.

“Siempre me ha interesado lo manual, probar, ver las cosas, jugar con los materiales” −afirma. A partir de mediados de los sesenta introduce la madera en sus piezas, tornando su pintura en relieves pintados. Habitualmente trabaja con madera sin tratar: bastidores, pequeñas cajas de cerillas o listones de madera, como es el caso de Espera V. A partir de este momento, en la mayor parte de sus piezas el marco se convierte en un elemento más de la obra, siendo pintado también por el artista.