La obra de Fontela es el resultado de un cuidadoso proceso de diálogo con imágenes que le interesan e impactan de su entorno. Su mirada analítica y el diálogo con el proceso pictórico marcan el tiempo que el artista dedica a cada temática, disfrutando de ella hasta dar por acabado el proceso. En toda su obra subyacen dos grandes temas: el paisaje y el amor por la pintura.

La pintura de Fontela tiene un alto grado de trabajo matérico, donde la adición de capas y texturas conforma una particular geografía pictórica. En este lienzo, Big White Painting, la imagen de una isla sobre el mar pierde importancia en el cuadro frente a la gran superficie blanca que la rodea, que convierte esta pieza en abstracción, recordando con ello a artistas como Robert Ryman (1930). En esta pieza, la imagen de la isla, que durante esta época obsesiona al pintor, emerge tranquila en unas aguas que reflejan la luz y la convierten en imagen atemporal.

Un cuadro potente, de grandísimas dimensiones, que atrapa al espectador.